El Ensayo de Cantillon


Hay evidencia, tanto de su correspondencia como de los testimonios de sus amigos que, Cantillon escribió mucho más que el Ensayo sobre el Comercio en General, la única obra que de él conocemos y la única obra por la que él es conocido. Se sabe que Cantillon comenzó a escribir en 1718, cuando vivía en Paris, cuando las acciones de la compañía aun estaban subiendo, pero la única obra que conocemos es una copia en francés del Ensayo. Hay evidencias de que el Ensayo estuvo circulando en francés por Francia durante muchos años, antes de ser publicado en 1755. No se sabe en que idioma fue originalmente escrito el Ensayo, y aunque se cree que la versión en francés que conocemos es una traducción de una versión anterior del inglés, esto no demuestra nada, ya que muchos libros eran publicados en el extranjero para eludir la censura en Francia. Incluso la versión francesa que conocemos pudo ser traducida del inglés por el propio Cantillon. Incluso se conoce gente que leyó la versión inglesa, y se conoce incluso las fechas en las que fue publicado en inglés. Pero la única versión que sobrevivió fue la francesa.

A continuación ofrecemos un resumen.

PARTE I

CAPÍTULO 1 - DE LA RIQUEZA

"La tierra es la fuente o materia de donde se extrae la riqueza, y el trabajo del hombre es la forma de producirla. En sí misma, la riqueza no es otra cosa que los alimentos, las comodidades y las cosas superfluas que hacen agradables la vida."
Cantillon sólo encuentra dos factores productivos: la tierra y el trabajo. Desconoce el capital. Esto es bastante lógico en una economía precapitalista.

CAPÍTULO 2 - DE LAS SOCIEDADES HUMANAS

En este capítulo, Cantillon postula la inevitabilidad de las desigualdades sociales.

Sea cualquiera la manera de formarse una sociedad humana, la propiedad de las tierras donde se asienta pertenecerá necesariamente a un pequeño número de personas... Aun sí el príncipe distribuye las tierras por lotes iguales entre todos los moradores, en definitiva irán a parar a manos de un pequeño número. Un habitante tendrá varios hijos, y no podrá dejar a cada uno de ellos una porción de tierra igual a la suya; otro morirá sin descendencia, y legará su porción a quien ya tiene alguna, mejor que a otro desprovisto de ella; un tercero será holgazán, pródigo o enfermizo, y se verá obligado a vender su porción a otro que sea frugal y laborioso, quien irá aumentando continuamente sus tierras mediante nuevas compras, empleando para explotarlas el trabajo de quienes, careciendo de tierras propias, se verán obligados a ofrecer su trabajo para subsistir.

Cantillon habla en este capítulo de 3 clases sociales, los terratenientes, los colonos y el príncipe o gobierno.

CAPÍTULO 3 - DE LOS PUEBLOS

En este capítulo, Cantillon habla de que el nº de pueblos y su tamaño depende de la fertilidad de la tierra y de que se aposenten en ellas los señores terratenientes o no.

CAPÍTULO 4 - DE LOS BURGOS

Los burgos son pueblos donde se celebra, una o dos veces por semana, mercado. Cntillon habla de las ventajas de los mercados, que concentran la oferta y la demanda en una sola localidad.

CAPÍTULO 5 - DE LAS CIUDADES

Los pequeños propietarios de tierras viven en las aldeas, pueblos y burgos, cerca de ellas. Pero los grandes propietarios pueden vivir en las ciudades. En ellas se instalan toda clase de artesanos y comerciantes, amén de sus criados y sirvientes. En ellas el rey establece tribunales de justicia. En las ciudades también se establecen obradores y manufacturas. El tamaño de las ciudades pedenderá del nº de terratenientes que en ellas se establezcan, de lo productivas que sean sus tierras, una vez deducidas el importe de los transportes necesarios para trasladar las mercaderías.

CAPÍTULO 6 - DE LAS CIUDADES CAPITALES

En la capital de cada reino residen el rey y su gobierno, los tribunales de justicia de última instancia, los principales terratenientes y los sirvientes y criados de todos ellos.

CAPÍTULO 7 - EL TRABAJO DE UN LABRADOR VALE MENOS QUE EL DE UN ARTESANO

El hijo de un labrador empieza a ayudar a su padre entre los 7 y los 12 años en las tareas menos especializadas, pero si aquel llevara a su hijo al taller de un artesano, al menos tendría que estar de aprendiz unos 7 años, durante los cuales el padre tendría que pagar al artesano la manutención del chico.

La vida de un hombre (como individuo activo) no se calcula más que en diez o doce años, y como se pierden varios en aprender un oficio, la mayor parte de los cuales exige en Inglaterra siete años de aprendizaje, un labrador nunca se avendría a que su hijo lo aprendiese, si las gentes de oficio no ganasen más que los agricultores... Así pues quienes emplean artesanos o gente de oficio, necesariamente deben pagar por su trabajo un precio más elevado que el de un labrador u obrero manual; y este trabajo será necesariamente caro, en proporción al tiempo que se pierda en aprenderlo, y al gasto y al riesgo precisos para perfeccionarse en él.


En la página de la Wikipedia relativa a Cantillon, el autor desconocido dice:

Este artículo se refiere a la determinación de los salarios y en él se reflejan los mismos motivos que decenios más tarde mostraría Adam Smith. Por ello sostengo que esa parte de La riqueza de las naciones es un mero plagio de la obra de Cantillon.

Yo recogo esta opinión. Lo cierto es que Adam Smith conoció la obra de Cantillon porque la nombra en la Riqueza de las naciones. En Wikipedia en inglés, se dice:

His work is quoted by Adam Smith in his Wealth of Nations.
CAPÍTULO 8 - LOS ARTESANOS GANAN, UNOS MÁS, OTROS MENOS, SEGÚN LOS DISTINTOS CASOS Y CIRCUNSTANCIAS

Los oficios que reclaman más tiempo para perfeccionarse en ellos, o más habilidad y esfuerzo, deben ser, naturalmente, los mejor pagados... Las artes y oficios que llevan consigo ciertos riesgos y peligros, como en el caso de los fundidores, marineros, mineros de plata, etc., deben ser pagados en proporción a dichos riesgos. Cuando, además de los peligros, se exige habilidad, la paga será todavía más alta; tal ocurre con los pilotos, buzos, ingenieros, etc. Cuando se precisa capacidad y confianza se paga todavía más caro el trabajo, como ocurre con los joyeros, tenedores de libros, cajeros y otros.


CAPÍTULO 9 - EL NÚMERO DE LABRADORES, ARTESANOS Y OTROS, QUE TRABAJAN EN UN ESTADO, GUARDA RELACIÓN, NATURALMENTE, CON LA NECESIDAD QUE DE ELLOS SE TIENE.

El título es bastante explicativo del contenido del capítulo. Sólo añadir que al final, Cantillon se muestra contrario a las Escuelas de Caridad en Inglaterra y a las escuelas de artesanos en Francia.

CAPÍTULO 10 - EL PRECIO Y EL VALOR INTRÍNSECO DE UNA COSA EN GENERAL ES LA MEDIDA DE LA TIERRA Y DEL TRABAJO QUE INTERVIENE EN SU PRODUCCIÓN.

Cantillon considera dos valores o precios:

- el valor intrínseco de cada producto, equivalente al coste de producción, considerando los beneficios de los comerciantes como un factor más del coste de producción. El valor intrínseco depende de la cantidad de tierra y trabajo que entra en su producción, teniendo en cuenta también que hay tierras y trabajos de diferente calidad.

La cantidad del producto de la tierra, y la cantidad, lo mismo que la calidad, del trabajo, se reflejarán necesariamente en el precio... También se advierte que el precio pagado por esos encajes basta para atender al sustento de una persona durante catorce años, y para pagar, por añadidura, los beneficios de todos los empresarios y comerciantes interesados.


- el precio de mercado, que depende de la abundancia o escasez de los difernetes productos en cada año.

El precio de mercado, en los años de escasez, estará por encima del valor intrínseco (coste de producción), y en los años de abundancia, por debajo de él.

Sin embargo, en las sociedades bien administradas, lo precios de los artículos, y mercaderías en el mercado, cuyo consumo es bastante constante y uniforme, no difieren mucho del valor intrínseco.

Es raro, pero después de considerar la tierra y el trabajo como los dos únicos factores de producción, no nombra para nada la renta de la tierra como un factor más del valor intrínseco de las cosas. Y si nombra al beneficio de los comerciantes como parte de ese valor intrínseco. Esto se contradice con el capítulo 1 que sólo nombra a la tierra y al capital como factores de producción.

Por último, como se recoge en este enlace, señalar que Cantillon se acerca a la paradoja del agua y los diamantes.

CAPÍTULO 11 - DE LA PROPIEDAD O RELACIÓN ENTRE EL VALOR DE LA TIERRA Y EL VALOR DEL TRABAJO.

Cantillon considera que la tierra y el trabajo son los dos únicos factores de producción; sin embargo, en este capítulo, evalua que el trabajo se puede valorar en términos de las cosas necesarias (obviamente, obvia las superfluas) para el mantenimiento de la fuerza de trabajo, como diría Marx. Y como todas estas cosas necesarias para la vida se obtienen de la tierra, es decir, trigo, carne, legumbres, hortalizas, lana y cáñamo para los vestidos, etc. los dos factores de producción se puede valorar en términos de uno sólo, la tierra.

Un ejemplo, totalmente inventado por mi, sería: si realizar una diligencia le cuesta al artesano medio año de trabajo, y el artesano necesita 3 acres de tierra de calidad media para mantenerse y para mantener a su familia (teniendo en cuenta que el artesano tiene un nivel de vida superior al de un esclavo o al de un labrador por lo que se ha visto en los capítulos anteriores; por ejemplo, el artesano comería carne 3 veces a la semana y bebería vino o cerveza todos los días y los anteriores rara vez; así un esclavo y su familia necesitaría el producto de 1,5 acres por año y el labrador y su familia 2 acres), la diligencia valdría tanto como el valor del producto de 1 acre y medio de tierra obtenido en un año.

En definitiva, todo se mide en función de la tierra necesaria para producirlo y de la tierra necesaria para mantener a los trabajadores que lo producen y sus familias. O sea, todo se mide en función de la tierra.

Todo esto tiene alguna relación con Carlos Marx y con Quesnay, pero mejor no anticipar esto de momento.

CAPÍTULO 12 - TODAS LAS CLASES Y TODOS LOS HOMBRES DE UN ESTADO SUBSISTEN O SE ENRIQUECEN A COSTA DE LOS PROPIETARIOS DE LAS TIERRAS.

Los propietarios de las tierras reciben un tercio de la producción de las mismas, y el granjero los dos tercios restantes. Como la mitad de los habitantes del país viven en las ciudades, y la otra mitad en el campo, entonces el granjero cede un sexto del producto de esta a las ciudades a cambio de las mercancias que de ellos recibe; el propietario gasta enteramente su tercio, o los dos sextos en productos de la ciudad; resulta que los tres sextos o una mitad del producto de la tierra acaba en las ciudades.

Aquí se ve un esbozo de la circulación económica entre las clases sociales y entre el campo y la ciudad, pero no se menciona para nada el dinero; a este nivel, es como si los intercambios se basasen en el trueque.

Todas las clases sociales viven a expensas de los propietarios de la tierra.

Sea como fuere, si examinamos los medios de subsistencia de un habitante, encontramos siempre, al remontarnos hasta el origen, que estos medios surgen del fondo del propietario, ya sea en los dos tercios del producto que se atribuye al granjero, ya sea del tercio que resta al propietario.


E incluso el comercio exterior no altera este razonamiento:

Evidentemente en las grandes ciudades existen a menudo empresarios y artesanos que viven del comercio exterior, y, por consiguiente, a expensas de los propietarios de tierras en país extranjero
Los propietarios de la tierra son la clase social que rige la sociedad entera.

Todo esto hace que los propietarios tengan necesidad de otros habitantes, como éstos la tienen de los propietarios; pero en esta economía son los propietarios que disponen y dirigen sus dominios, quienes han de dar el giro y movimiento más ventajoso al conjunto. Así, todo en un Estado depende principalmente del arbitrio, los modos y maneras de vivir de los propietarios de las tierras, como trataré de esclarecer a lo largo de este Ensayo.


CAPÍTULO 13

L
A CIRCULACIÓN Y EL TRUEQUE DE BIENES Y MERCADERÍAS, LO MISMO QUE SU PRODUCCIÓN, SE REALIZA EN EUROPA POR EMPRESARIOS A RIESGO SUYO.

Nuevamente el título de este capítulo explica mucho de su contenido. Este capítulo, a la vista de los pensadores anteriores, contemporáneos y posteriores, es una gran novedad.

Cantillon considera que los empresarios son la única clase social con ingresos inciertos. En la categoría de empresarios entran los colonos que explotan la tierra, los comerciantes que compran al anterior sus productos agropecuarios y los transportan a las ciudades para venderlos al por mayor, los pequeños comerciantes de las ciudades que compran a los anteriores, los artesanos, etc. Los empresarios compran mercaderías a un precio (costo) cierto, las trasladan del campo a las ciudades o viceversa, para venderlas a un precio incierto, Asumen, pues, un riesgo evidente de pérdida económica, e incluso de quiebra. Todas las demás clases sociales obtienen unos ingresos ciertos.

Esta visión del empresario que asume riesgos desapareció, durante casi dos siglos de la literatura económica para reaparecer ya en el siglo XIX. Los economistas clásicos consideraban los beneficios del capital como la remuneración por abstenerse del consumo presente para aumentar el consumo futuro, como si la mera frugalidad monástica fuera suficiente causa u origen de los beneficios. Por otra parte, Marx considera que la verdadera fuente de riqueza es el trabajo, y no el capital, y que los beneficios son un robo al trabajador, a su verdadera remuneración. Por eso los austríacos consideran a Cantillon como un precursor de su escuela.

Es la primera vez que aparecen menciondas en la literatura económica las palabras riesgo y bancarrota, palabras que desaparecieron por muchos años. Sólo por esta aportación Cantillon merece entrar en la historia del pensamiento económico.

CAPÍTULO XIV

LAS FANTASÍAS, MODOS Y MANERAS DE VIVIR DEL PRÍNCIPE, Y EN PARTICULAR DE LOS PROPIETARIOS DE LAS TIERRAS SE DESTINAN EN UN ESTADO, Y CAUSAN, EN EL MERCADO, LAS VARIACIONES DE LOS PRECIOS DE TODAS LAS COSAS.

Los terratenientes son la clase social sobre la que pivota la sociedad entera.

Disponiendo, el propietario, de un tercio del producto de la tierra, es el protagonista en las posibles variaciones del consumo. Los labradores y artesanos viven al día, y no cambian su modo de vivir sino por necesidad; existen algunos colonos, maestros artesanos u otros empresarios acomodados que varían en sus gastos y consumo; y éstos toman siempre por modelo a los señores y propietarios de las tierras. Los imitan en su vestido, en su cocina y en su modo de vivir.


La comparación entre criados y cabalos como seres sustituibles en cuanto a su alimentación, es, la menos, original.

Si un señor o un propietario, que ha dado todas sus tierras en arriendo, tiene el capricho de cambiar su régimen de vida; si, por ejemplo, disminuye el número de sus criados y aumenta el de sus caballos, sus criados no sólo se verán obligados a abandonar la hacienda de este señor, sino que también habrán de hacerlo, en proporción, los artesanos y labradores antes ocupados en procurarles su sustento: la porción de tierra que se empleaba en mantenerlos será utilizada en mayor escala como praderas para los caballos, y si todos los propietarios de un Estado procediesen del mismo modo, pronto se multiplicaría el número de caballos y disminuiría el de los habitantes.


No se que clase social llevaría a cabo una política tan nefasta para el país y para sus propios intereses.

Cuando un propietario ha despedido un gran número de criados y aumentado el número de sus caballos, habrá demasiado trigo para el consumo de los habitantes, y, por consiguiente el trigo se venderá a bajo precio; en cambio, el heno será caro. Esto hará que los colonos aumenten la extensión de sus praderas y disminuyen las cantidad de trigo, para guardar proporción con el consumo. Es así como los caprichos o fantasías de los propietarios determinan el empleo que se da a las tierras, y ocasionan las variaciones del consumo que son causa de las de los precios en el mercado.
Lo que nos interesa es resaltar que Cantillon considera a los terratenientes la única clase social que tiene libertad amplia para decidir su gasto, mientras que las demás clases sociales viven al día y se ven constreñidos por sus escasos ingresos a gastar en cosas necesarias más que en cosas superfluas.

CAPÍTULO XV

LA MULTIPLICACIÓN Y EL DESCENSO EN EL NÚMERO DE HABITANTES DE UN ESTADO DEPENDEN PRINCIPALMENTE DE LA VOLUNTAD, DE LOS MODOS Y MANERAS DE VIVIR DE LOS TERRATENIENTES.

En este capítulo Cantillon trata sobre la población. Tras una pequeña leída apresurada podría pensarse que es una lectura malthusiana, pero nada más lejos de esto. Cantillon piensa que los habitantes de un territorio se adapan a la fertilidad del terreno; que donde hay tierras fertiles hay más población porque la tierra puede sustentar más población, como así ocurre en China, donde la gente vive casi exclusivamente de arroz y de agua de arroz, que viven casi desnudos, que levantan 3 cosechas al año, la gente cultiva algodón, y un acre de tierra produce suficiente algodón como para vestir a 5 personas, que llevan a los viajeros en sillas de mano para ahorrar la tierra para alimentar los caballos:

Aun siendo, como son, son numerosos los habitantes de la China, necesariamente guardan proporción con los medios de subsistencia, y no rebasan la cifra de los que el país puede sustentar, según el género de vid que les es propio; y sobre este pie, un solo acre de tierra basta para alimentar a varios de ellos.

De otro lado, los indios de Norteamérica:

De otro lado no hay país donde la multiplicación de las gentes sea más limitada que entre lo salvajes del interior de América. Menosprecian la agricultura, viven en los bosques y hallan su sustento en la caza de animales allí comunes. Como los árboles consumen el juego y substancia de la tierra, hay poco hierba para alimentar a esos animales; y como cada indio consume varios al año, de cincuenta a cien acres, no dan alimento bastante para un solo indio.

En medio de estos dos extremos, están los habitantes de Europa:

Mediante esos datos comprobamos que un hombre que vive con pan, ajo y tubérculos, que va vestido de cañamo, en ropa interior muy burda, se calza con zuecos y no bebe más que agua, como es el caso de muchos aldeanos en las regiones meridionales de Francia, puede subsistir a base del producto de un acre y medio de tierra de calidad mediana, que rinde seis veces la semilla y descansa una vez cada tres años...De otro lado, un hombre adulto, calzado con zapatos de cuero y medias, que lleva vestido de lana, vive en una casa y muda su ropa interior, posee lecho, sillas una mesa y otras cosas necesarias, que bebe moderadamente cerveza o vino y come todos los días carne, manteca, queso, pan, legumbres, etc. todo ello en cantidad suficiente pero moderada, puede procurarse todo esto con el producto de cuatro a cinco acres de tierra de mediana calidad.
Entonces no hay superpoblación ni subpoblación, simplemente las poblaciones se adaptan, por un lado, a la calidad y fertilidad de la tierra, y por el otro, según sus costumbres culturales sean unas u otras, la misma tierra puede alimentar a más o menos gente.

La teoría marxista dice que los modos de producción generan, a un nivel superior, la superestructura, en este caso, la cultural y las costumbres. La teoría de Cantillon es al revés.

La segunda parte de este capítulo trata de un argumento mercantilista:

Si un propietario o señor polaco, a quien sus colonos pagan anualmente un renta aproximadamente igual al producto del tercio de su tierra, acostumbra usar telas, lienzos, etc., de Holanda, pagará por estas mercancías la mitad de su renta, y acaso empleará la otra mitad para la subsistencia de su familia en otros artículos y mercaderías burdas, producidas en Polonia: así, la mitad de su renta, en nuestro supuesto, corresponde a las sexta parte del producto de sus tierras, y esta sexta parte será absorbida por los holandeses, a quienes los colonos polacos la entregarán en forma de trigo, lana, cañamo y otros artículos. He aquí pues una sexta parte de la tierra en Polonia sustraída a sus habitantes... Si las damas de París se complacen en llevar encajes de Bruselas, y Francia paga dichos encajes con vino de Champagne, hará falta pagar el producto de un solo acre, destinado al cultivo de lino, con el producto de más de 16,000 acres de viñedo, si mis cálculos son exactos.


Es una mentalidad muy precapitalista afirmar que las exportaciones agrícolas empobrecen a un país y las exportaciones de productos manufacturados lo enriquecen.


CAPÍTULO XVI

CUANTO MÁS TRABAJO HAY EN UN ESTADO TANTO MÁS RICO SE CONSIDERA, NORMALMENTE.

La mitad de la población de un país no trabaja, y la mitad de la otra mitad realiza trabajos no productivos. En la esta página se lee:

El capítulo decimosexto se titula Cuanto más trabajo hay en un Estado tanto más rico se considera, naturalmente. Este capítulo se inicia calculando la población productiva, que es una cuarta parte, la mitad no trabaja y dentro de los que trabajan una mitad lo hacen en trabajos no productivos, entre los que se encuentran los destinados al lujo por no contribuir a un aumento de la población. Este comentario es contradictorio con el del primer capítulo que definía riqueza como los alimentos, las comodidades y las cosas superfluas que hacen agradables la vida, donde mostraba el significado actual de riqueza.
En realidad, esta misma contradicción se puede observar en este mismo capítulo. Así, se lee:

Pero siempre resulta correcto decir que aquellos Estados cuyos habitantes se visten con paños finos, llevan buena ropa blanca, comen con mayor delicadeza y aseo, son más ricos y estimados que aquellos otros donde es tosco y grosero, y que los Estados donde se ve más habitantes que viven al estilo de los primeros, son más estimados que aquellos otros donde, en proporción, se ven menos.


Y en el párrafo siguiente:

Ahora bien, se empleásemos las veinticinco personas, por cada cien de que hemos hablado, en procurar cosas duraderas, como por ejemplo, en extraer de las minas hierro, plomo, estaño, cobre, etc., y en elaborarlos para confeccionar utensilios e instrumentos para la comodidad de los hombres —vasijas, vajilla, y otras cosas útiles, más duraderas que las que se confeccionan con barro — el Estado no sólo parecerá más rico sino que lo será realmente.
Por lo demás, se insiste en que las exportaciones son buenas si se trata de conseguir con ellas oro y plata.

También se insiste en que el trabajo es causa de riqueza:

Los conventos de frailes mendicantes son mucho más perniciosos para un Estado que los de los otros monjes. Los últimos no hacen otra daño sino ocupar tierras que podrían procurar al Estado militares y magistrados, pero lo mendicantes, que no desempeñan por su parte ningún trabajo útil, perturban el trabajo de los otros habitantes. Arrancan a los pobres, en forma de limosnas, parte de los medios de subsistencia que los haría más vigorosos en su trabajo Obligan a perder mucho tiempo en conversaciones inútiles, ello sin contar con la cizaña que llevan a las familias, y con que muchos de ellos son gente viciosa. La experiencia permite observar que los Estados que abrazaron el protestantismo y no tiene ni monjes ni mendigos, se han convertido visiblemente en los más poderosos. Disfrutan también de la ventaja de haber suprimido un gran número de fiestas en las que el trabajo se interrumpe, en los países católicos, romanos, donde la laboriosidad de los habitantes sufre sustanciales interrupciones.


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