Introducción

INTRODUCCIÓN


0.1 La historia edénica del Génesis nos proporciona una imaginería básica en la tradición judeo-cristiana. Como muchos mitos culturales, es un collage de conceptos, incluído el mito helénico de Pandora de culpar a las mujeres de las desgracias. Según Robert Graves, Pandora es una precursora de la Eva bíblica. La tesis dominante es, sin embargo, el desafío a la autoridad divina por los beneficiarios de la abundancia del Jardín del Edén. Cuando Adan y Eva comen la fruta prohibida del árbol del conocimiento del bien y del mal y afirman el derecho a escoger por ellos mismos, fueron expulsados del mundo de la abundancia y fueron arrojados al mundo de la escasez para “ganarse el pan con el sudor de su frente”. La conclusión moral es que el conocimiento y el ejercicio de la elección es una carga pesada en un mundo impuesto divinamente, o la alternativa es la escasez.

0.2 La historia del Pensamiento Económico es la historia de los distintos modos en que los distintos pensadores han buscado las maneras y modos de luchar contra la escasez. En el paraíso edénico, Adán y Eva no tenían ningún problema económico, porque tenían de todo lo necesario. ¿Como ha abordado el problema de la escasez los distintos autores a lo largo de los siglos? En general, los autores antiguos hasta el auge del sistema mercantil en el siglo XVI abordaron el tema solicitando restricciones de la demanda, controles públicos y moderación. Pero no siempre hubo escasez en todas las épocas y en todas las zonas del mundo antiguo. Si la tradición situa el Edén en la antigua mesopotamia, entre el Tígris y el Eúfrates, una zona de regadíos de donde además provienen los judíos, la zona de abundancia por antonomasia de la Antigüedad fue el Egipto nílico (el resto de Egipto es puro desierto). Los limos que arrastraba el Nilo, las períodicas inundaciones del Nilo, que no sólo regaba, sino que además abonaba los campos egipcios, hizo de esta parte del mundo la Argentina del mundo antiguo, desde los primeros faraones hasta el período romano. Egipto era la gran proveedora de trigo del Imperio Romano. Los egipcios, cuando eran independientes, con las exportaciones de cereales importaban lo que no producían, metales preciosos, maderas nobles, etc. En este período de abundancia, el único problema debía ser la distribución de la producción y los ingresos entre las diferentes clases sociales. Sin embargo, si se escribió algo sobre el tema, no nos llegó nada. Es de suponer que la religión y el ejército suponía una cortapisa a una mejor distribución del PIB, por decirlo en tñérminos modernos.

Pero la Grecia clásica era (y es) una zona mediterránea, sujeta a sequías, a una distribución irregular de las lluvias durante el año. Además, carece de grandes río como el Nilo y la mesopotamia. Así que en parte, los griegos desarrollaron una nueva perspectiva sobre el problema de la escasez: la austeridad. El ejemplo más claro de este punto filosófico fue Diógenes de Sinope, quien vivió voluntariamente como un vagabundo por las calles de Atenas y convirtió la pobreza extrema en una virtud (se dice que vivió en un barril). El sabio debe liberarse de sus deseos y reducir al máximo sus necesidades. Platón, en su mundo ideal, divide la sociedad en tres clases (o castas) sociales: los filósofos o sabios, encargados de dirigir la sociedad; los guardianes o vigilantes, encargados de mantener el orden social; y, por último, el resto, entre los que incluye a los comerciantes. Tal era el desprecio que sentía por ellos. Sólo esta última clase social estaba habilitada para manejar y poseer dinero. Platón despreciaba el dinero y lo relegaba a las última clase social, la más baja. Las dos primeras clases sociales debían apartarse del dinero y de la propiedad privada, que quedaban reservados exclusivamente para la tercera clase social. Platón se opone tanto a los préstamos como al comercio internacional. El comercio internacional (conseguir una balanza comercial positiva) puede ser la solución al problema de la escasez. Esta sería la opción de los mercantilistas a partir del descubrimiento de América. Pero el mundo ideal de Platón es un mundo estacionario y, por lo tanto, sin evolución social. Es el tema del máximo. El máximo de una fución matemática es como la cima de una montaña. Una vez estás en ella, si das un paso, cualquiera que sea la dirección en que lo des, no haces más que descender.

El mundo de Aristóteles no era tan limitado como el de su maestro Platón, pero casi. El mundo del comercio no es ni bueno ni malo en si, sino depende de su objetivo. Las transacciones comerciales se dividen en naturales y no naturales. Las transacciones naturales son las destinadas a sastifacer las necesidades básicas. Las transacciones no naturales se dirigen a la obtención de beneficio monetario.

Frente a esa opción surge a partir del siglo XVI la opción mercantilista y moderadamente productivista, de aumentar la producción y, sobre todo, el comercio. Mientras los pensadores medievales se planteaban cosas como el justiprecio o cual tipo de interés debía considerarse abusivo, en definitiva, se preocupaban por establecer unas normas morales para proteger al consumidor y prestatario de los abusos de productores, comerciantes y prestamistas, por el contrario los mercantilistas se preocuparon unos siglos más tarde de favorecer la producción nacional y el comercio exterior como medio para conseguir oro y plata como alternativa a la mera conquista militar, siempre más onerosa. En resumen, allá donde no llegan los soldados, que lleguen los mercaderes.

0.3 Al principios del siglo XVI se inicia en la Historia del Análisis Económico una etapa mercantil en la que se pone más énfasis, sino en la producción de mercancías, si al menos en su obtención por medio del comercio. En realidad esta etapa empezó un siglo antes en varias ciudades del norte de  la península itálica, como Venecia, Génova, Pisa, Amalfi y Florencia. Se intenta conseguir para el consumidor más bienes económicos, como especias  y telas de oriente, etc. En esta etapa mercantil se abandonan los viejos prejuicios religiosos contra la usura, el comercio y la acumulación de bienes y se ponen, de algún modo, las bases  ideológicas del capitalismo. Ganar dinero comerciando empieza  a ser un poco menos mal visto. Prestar diner a interés, un prejuicio que viene nada menos que desde Platón y Aristóteles, se ve poco a poco de otra manera ya que algunos de los prestatarios son gente de la alta nobleza y monarcas de toda Europa Occidental. De momento se obvia que los prestamistas sean judios, pero años más tarde se les pasará a cuchillo, como modo de  resolver el problema del pago, aduciendo como pretexto su raza, olvidando que no fueron los judíos, sino los romanos quienes mataron a quién tu ya sabes. La religión como excusa para obtener una ventaja económica. La era mercantil, al menos desde el punto de vista del Análisis Económico, pero no tanto desde el punto de vista de la Historia Económica en la que venimos sumergidos cinco largos siglos (XVI – principios del XXI), podemos distinguir tres etapas que transcurren, la primera desde el siglo XVI hasta 1776, la segunda desde 1776 hasta 1936, y desde esa última fecha hasta la actualidad la tercera: en la primera etapa, predominantemente mercantilista, se trata de conseguir por las conquistas territoriales (España y Portugal principalmente), el comercio, y en menor medida por la producción (véase el colbertismo y las compañías privilegiadas), una ganancia neta del país con respecto a los demás países mediante un saldo favorable en el comercio exterior y la consiguiente importación de oro y plata. La riqueza se identifica exclusivamente con la posesión de los dos metales preciosos, y no con la posesión de tierras o u otros medios de producción; la segunda centra el foco de atención principalmente en el reparto de la producción entre salarios, beneficios, rentas de la tierra, intereses y, en menor medida, impuestos. Y digo en menor medida impuestos porque este último tema abarca poca producción literaria en comparación con el resto. Este es el foco de atención de la época clásica. La tercera etapa, desde 1936 hasta la actualidad, se centra en aumentar la producción y el empleo y en esquivar o disminuir las recurrentes crisis económicas. Pero si bien los objetivos son siempre los mismos, hay dos grandes escuelas enfrentadas desde los años 80: la neoliberal y la neokeynesiana. La segunda apunta a la demanda como motor del desarrollo, y la primera a la oferta, a la producción de bienes y servicios. Las secuelas de Keynes dominaron la ortodoxia de la acción gubernamental desde 1945 hasta 1980, creando el llamado Estado del Bienestar: seguro de desempleo, sanidad y educación públicas y gratuitas para quien la desee o no pueda pagarse una privada, vacaciones anuales y pagadas, obras públicas financiadas exclusivamente por el Estado y que su uso es gratis (sin peajes), maternidad postparto pagada por el Estado, posibilidad de criar y educar a los hijos en casa durante los primeros años de vida y con cargo al Estado, etc. El menú de posibilidades es muy amplio. Desde los años 70, el neoliberalismo se aupó a la cumbre de las enseñanzas académicas, y desde los 80, a la acción de la política económica gubernamental.

0.4 La elección de estas dos fechas (1776 y 1936) es totalmente arbitraria, pero de algún modo lógica, ya que la publicación de La Riqueza de las Naciones de Adam Smith y de la Teoría General de Keynes son los dos libros más conocidos que marcan fechas, por decirlo de algún modo, cumbres separatorias de corrientes en la literatura económica. Aunque Adam Smith bebe en parte de las fuentes de autores anteriores como Richard Cantillon (al que cita en su obra) o los fisiócratas, ninguno como él y su obra tuvo tanto éxito. Lo mismo podríamos decir de Keynes.

0.5 Mientras que en la primera y tercera etapas hay una consistencia entre la Historia Económica y la Historia de las Doctrinas Económicas en el sentido de que, lo que se predica es lo que se intenta implantar, en la segunda etapa hay una parcial disociación entre uno y otro. Entre 1800 y 1930 se produce en Inglaterra la etapa de crecimiento económico más prolongada y fuerte que jamás haya sufrido un país. Ni incluso en los EEUU se produjo en el siglo XX un período de crecimiento tan prolongado y fuerte. Sin embargo, los analistas se centran en tratar principalmente el reparto de dicho crecimiento entre las clases sociales, principalmente a favor de las más altas. A pesar de que en la segunda mitad del siglo XIX se producen en Inglaterra varias crisis económicas, algunas muy fuertes, a los pensadores de la economía esto no les preocupa en abosluto. Parapetados tras la famosa Ley de Say, ignoran la realidad económica de su tiempo. Se empeñan en crear un "mundo económico ficticio" en que los distintos agentes sociales obran exactamente bajo unos principios supuestamente racionales: el consumidor trata de conseguir el precio más bajo para los productos que consumen, sin importar otras variables, como la distancia, el tiempo empleado en consultar los precios en distintos comercios, la distinta calidad o marcas. Si es necesario desplazarse 10 millas para comprar 20 libras de harina de trigo y ahorrarse 1 penique por las 10 libras, lo "racional" es que el consumidor realice semajante esfuerzo. Por su parte, el empresario producirá y empleará trabajadores hasta que maximice sus beneficios, según la función de producción que tenga, como si él conociera dicha función. Además, los clásicos consideraban el trabajo como su fuese homogéneo; en realidad sabían que no lo era, y que no es lo mismo un aprendiz que un trabajador experimentado, un ingeniro que un jardinero, pero les daba lo mismo, hacían el supuesto de que el trabajo es homogéneo, y punto final. Nadie objetaba la realidad de este supuesto. Los prestamistas, en la búsqueda del máximo beneficio de sus inversiones, prestarán al máximo interés, como si conocieran todas las distintas opciones que tienen a su alcance. Si los beneficios en una rama de la producción bajan, por ejemplo, en la producción de hilo de cobre, los empresarios retirarán sus capitales de dicha rama y la invertirán en otra más rentable. Si bien en la época de Adam Smith esta afirmación tenía bastante de cierta, un siglo después la secta de los economistas clasicos seguía pensando lo mismo, cuando a fines del siglo XVIII la mayor parte del capital empleado en las industrias era circulante, y un siglo más tarde, el capital empleado en la mayoría de las industrias era principalmente capital fijo. Obviamente no es lo mismo desinvertir en una industria pesada de altos hornos por ejemplo, donde quizás el 80% del capital es fijo, que en una industria ligera como la de elaboración de calzado, donde quizás el 80% del capital es circulante. Además, ¿quién va a comprar unos altos hornos cuando el sector está en quiebra por, por ejemplo, la competencia extranjera? Asi pues, el supuesto de la movilidad perfecta de los capitales es solamente eso, un supuesto teórico y nada más. Así, por ejemplo, John Stuart Mill escribió en sus Principios de Economía Política lo siguiente: "
A tax on profits, like a tax on rent, must, at least in its immediate
operation, fall wholly on the payer. All profits being alike affected,
no relief can be obtained by a change of employment.
(Fuente, apartado 3).

En castellano: "Un impuesto sobre los beneficios, al igual que un
impuesto sobre la renta, al menos en su inmediata operación, deber
recaer enteramente sobre el que lo paga. Ya que todas las ganancias
son afectadas por igual, ningún alivio puede obtenerse cambiando
de empleo (de capital)".

0.6 Suponer que todas las empresas dentro de un ramo de actividad y que, todos los ramos de ectividad, obtienen el mismo porcentaje de beneficios es como suponer que todos los seres humanos somos iguales en altura, corpulencia, color de pelo y de ojos, etc.

0.7 Lo mismo podríamos decir de la dualidad monopolio vs. competencia perfecta como las dos únicas formas posibles de mercado. Bastaba con denostar la primera y afirmar que la segunda es la regla general para quitarse el problema de encima. Pero en el siglo XX la nueva ola de economistas, más apegados a la realidad que los anteriores, descubrieron nuevas formas de mercado: oligopolio, duopolio, competencia monopolística, monopsonio y oligopsonio. Estas nuevas formas de mercado no sólo incluyen diversos modelos de concentración de la oferta sino también de la demanda.

0.8 Lo mismo podíamos hablar de la competencia perfecta en el mercado de consumo, en el mercado de capitales (la concentración bancaria aumenta década tras década), en el mercado de trabajo (pocos y grandes sindicatos, grandes multinacionales que son las principales demandantes de trabajo, junto al Estado, las empresas de trabajo temporal, etc.), supuesto que en la época en que se formuló quizás fuera más o menos aplicable, pero que en la segunda década del siglo XXI, donde abundan las grandes empresas, las multinacionales, los grandes sindicatos alejados cada vez más de la defensa de los trabajadores, la publicidad engañosa, la publicidad abusiva por reiterativa y nada informativa sobre las cualidades del producto, las marcas diferenciadoras (¿quién no ha oído hablar, entra los varios miles de millones de habitantes del planeta, de marcas como la Coca Cola que te hacen pedir, cuando vas a un bar o a un restaurante, una Coca Cola en lugar de un refresco de cola, pedir lo individual o específico por lo genérico?). Y casi todo el mundo compra el referesco estadounidense sobre otros refrescos similares de fabricación local mucho más baratos.

0.9 Los economistas clásicos adoptaron el principio tan famoso de laissez faire, laissez passer (en francés, dejar hacer, dejar pasar). Increíblemente de este principio se propugnaba sólo su aplicación a los ricos y poderosos, pero no a los trabajadores. El Estado dejaba a los empleadores libertad de acción total, y no vigilaba que estos acordasen entre ellos los salarios que ofrecerían a los trabajadores o los precios a los que ofrecían sus productos*. Pero el Estado prohibía los sindicatos y perseguía cualquier tipo de reivindicación social y laboral. La lema de "dejar hacer, dejar pasar" sólo tenía vigencia para los ricos, nunca para los trabajadores, a los que nunca se les dejaba pasar ninguna. En definitiva, nadie sabía cuando los empresarios se reunían, cigarro habano en una mano, copa de brandy en la otra, para acordar que los salarios fuesen los más bajos posibles, pero si en una mina se declaraba una huelga y ningún trabajador acudía a trabajar, enseguidase suponía que los sindicatos habían reunido a los trabajadores para ponerlo de acuerdo en exigir un salario mínimo suficiente para mantener a una familia. Otro principio adoptado es el del libre cambio, en contra del proteccionismo. Sólo indicar que desde el punto de vista de la historia económica, países que en los inicios de su desarrollo económico han sido proteccionistas, cuando alcnzaron un nivel de desarrollo elevado, se volvieron (mira tu por donde), librecambistas. Ejemplo, los EEUU, que en el siglo XIX fueron proteccionistas (la gran potencia económica de entonces era el Reino Unido), pero en el siglo XX, tras el colapso del último, cambiaron de ideología, de proteccionista a libre cambista, y pasaron a converttirse en la gran potencia política y económica mundial.

* En este enlace titulado "Competencia multa a 11 bancos franceses con 385 millones por pactar comisiones".

0.10 Las economías clásica y neoclásica se basan principalmente en crear un mundo económico ideal poco o nada realista. Este retraso de siglo y medio es una lacra que seguimos soportando hoy en día. Estas dos economía, con nuevas formulaciones, sigue intentando imponerse de una manera u otra. Pero cuando es necesario se bajan del burro del librecambio para imponer ayudas a industrias en crisis, como sucedió bajo el gobierno de George W, Bush, que al poco de ser elegido presidente de los EEUU por el Tribunal Supremo de su país, subencionó a la decadente y atrasada tecnológicamente industria siderúrgica de su país, a pesar de que ese hecho contradice la ideología neoliberal y neocon de su ideario político, ideario que ni siquiera exhiben en sus campañas electorales, no sea que el pueblo estadounidense se percate de la contradicción. Huelga decir que las industrias siderúrgicas subvencionaron la campaña presidencial del entonces candidato. También podíamos hablar de la crisis de 2008 y de los últimos meses de George W. Bush en la Casa Blanca, donde abandonando sus principios neoliberales, sacó dinero de la billetera de todos los estaounidenses para salvar a los bancos del país, que tras la caída de Lehman Brothers, presagiaba el colapso, sino el derrumbe del sistema financiero del país.


0.11 El siglo XX fue muy convulso casi desde sus inicios. La economía más importante e industrializada de la época, la de Gran Bretaña, empezó a tambalear debido a la mayor competencia de Francia y, sobre todo, Alemania (posteriormente los EE UU). Alemania, tras su unificación en 1871, se lanzó a invertir en educación, escuelas, militarismo, creación y desarrollo de armas, obras públicas, etc. Esta competencia provocó varias huelgas en la Pérfida Albión, sobre todo en el sector portuario y minero. Más adelante se produjo la Primera Guerra Mundial, con su secuela de muerte y devastación. Los años 20 fueron unos años de esplendor en los EEUU (los felices 20, la época del Charlestón, los clubes de jazz y la prohibición). Pero en Europa fueron unos años grises, con ciertos avances y retrocesos.

  1. En primer lugar, Europa había sufrido la devastación de la guerra, pero EEUU, Canadá, Australia, Japón, algunos países de Asia y de América Latina no sólo no experimentaron pérdidas de vidas humanas y material de guerra, sino que además experimentaron un aumento de la producción de materias primas y/o industrial. Al contrario, otros países de Europa sufrieron una disminución de su población, que entre muertos civiles y militares y baja de la natalidad de 48 millones de habitantes. Asi en 1922 la población de Europa era la misma que la de 1914, pero más vieja.
  2. En segundo lugar, el imperio austrohúngaro fue desmembrado y incorporado a 13 estados europeos, desde Polonia en el norte hasta Yugoslavia en el sur. Esto produjo que muchas industrias se quedran sin sus proveedores anteriores a la guerra. En general, la Europa Oriental sufrió un retraso económico con respecto a la Occidental, en parte debido a las barreras arancelarias que aparecieron de repente. Las industrias del imperio, optimizadas para una economía grande, se vieron, en determinados países, con un exceso de producción, y en otros, sin industria que les abasteciera. En segundo lugar, el desmembramiento del Imperio Otomano (23 de octubre de 1923), aunque tuvo menos influencia en Europa que el anterior, también tuvo sus efectos negativos sobre la economía europea.
  3. En tercer lugar, el proteccionismo de alguno de los nuevos países aumentó el problema. El proteccionismo encarece los precios, y esto, en un contexto de pobreza e inflación, agravó el problema
  4. En cuarto lugar, la inflación azotó a varios países de Europa central y oriental. La Primera Guerra Mundial se financió en Europa mediante el aumento del gasto público y emisión monetaria. Esto produjo inflación, que después muchos gobiernos no supieron o quisieron atajar. Además, los gastos de reconsrucción de las infraestructuras, y en ciertos lugares una política armamentística fruto de tensiones y pequeñas guerras hizo el resto. El ahorro privado era escaso y el sistema impositivo ineficiente.La salida más fácil para gobiernos débiles era el "impuesto inflacionario", una forma relativamente fácil de salvar la situación de la balanza fiscal sin que se note el sacrificio que los gobernantes imponen a los más desfavorecidos. Además aquella inflación sorprendía a la gente porque Europa no había experimentado este fenómenos en más de un siglo. Asi la gente no sabía a quién culpar de la inflación. Como siempre, hay dos versiones opuestas: la monetarista dice que la culpa de la inflación es del gobierno por emitir más dinero del necesario, y la de la balanza de pagos, que asegura que la inflación inicial produce una depreciación del tipo de cambio que encarecen las importaciones y, este alza de precios se transmite vía costes al resto de los precios.
  5. En quinto lugar, en Hungría, la otra gran pata del extinto Imperio, una revolución Bolchevique implantó la República Soviética de Hungría en 1919, liderado por Béla Kun. Durante el proceso revolucionario la economía húngara, la segunda pata del Imperio, colapsó, entre otras cosas, por falta de crédito internacional y por la oposición de los campesinos a que se le repartieran los grandes latifundios nacionalizados por el Estado. Al año siguiente (1920), una invasión múltiple de los ejercitos de Rumanía, Yugoslavia y Checoslovaquia financiado y apoyado desde el exterior acabó con el experimento. La Guerra Ruso Polaca (1919 - 1921), con su secuela de devastación. La Gran Guerra Greco Turca (1919 - 1922) fue otro foco de tensión. Todo esto unido a que la devastación de la Primera Guerra Mundial fue más importante en los frentes orientales que en los occidentales hizo que, al menos la mitad de Europa estuviera de crisis permanente. En muchas zonas de Europa Oriental se alcanzara los niveles de bienestar económico previos a la Primera Guerra Mundial en los años 1929 ó 1930, produciéndose una década y media perdida. También hubo focos de tensión entre los armenios, sirios, judíos y polacos.
  6. En sexto lugar, El patrón-oro fue abandonado al iniciarse la Primera Guerra Mundial (de alguna manera había que financiarla). Se emitió billetes y se contrajo deudas como medida para financiar la guerra. Esto produjo inflación. Siempre se había pensado que este abandono del patrón-oro sería momentáneo y que acabada la guerra, se volvería a él. Pero la relación entre las monedas había cambiado. Ahora se pretendía volver al patrón-oro y a la misma paridad de antes de la guerra. La relación entre las monedas había cambiado, y las monedas que pretendían volver a la paridad anterior a 1914 se habían devaluado, con lo que volver al patrón oro significaba una reavlorización de las mismas, con su inevitable secuela de parón económico y desempleo.
0.12 Ya hemos vista que algunos países, sobre todo ribereños de la cuenca del Pacífico, se beneficiaron de la crisis de los países europeos, lo cual no es nada sorprendente. Pero el principal beneficiario fue los EEUU. A partir de 1920 hubo una espiral de consumo, expansión del empleo y el PIB, expansión del consumo y así sucesivamente. Se adoptaron nuevas tecnologías y modos de producción como la cadena de montaje, aparecieron nuevos y masivos electrodomésticos, y para facilitar la compra, se implementó la compra a plazos. Pero al principio, y sobre todo a mediados de 1929, la economía se ralentizó, los precios de las materias primas empezaron a caer, los países productores de dichas materias primas (EEUU, Canadá, América Latina, varios países asiáticos, todos ellos beneficiarios de la expansión de los 20) empezaron a comprar menos productos industriales. Con el auge de la Bolsa de Nueva York de 1928 - 1929. muchas empresas invirtieron los beneficios obtenidos en los años previos en la bolsa y los particulares se endeudaron para comprar acciones. Cuando la confianza empezó a fallar a causa de la ralentización de la economía mundial, a mediados de 1929, a unos pocos les entró el pánico y vendieron. A la postre, los primeros que vendieron fueron los grandes beneficiarios del boom bursartil. Estas primeras ventas crearon un pánico que pinchó la burbuja especulativa. Los especuladores privados fueron requeridos para que pagaran el crédito concedido por los bancos por unas acciones que ahora apenas valían el coste del papel en que estaban impresas. esto llevó a mucha gente a la ruina. No es el lugar de analizar los orígenes y causas de la depresión de los años 30, pero si de analizar el cambio de paradigma en la ciencia económica. Los clásicos, en general, despachaban el análisis del papel del Estado en la economía con muy poco espacio y al final de sus libros. La actividad del Estado era perturbadora o molesta y eran todos ellos partidarios de limitarla al mínimo. Sólo adjudicaban al Estado los papeles de administración, policía, justicia, relaciones exteriores y defensa nacional. Para los clásicos en general, obviando matices particulares de cada uno:

  • el Estado creaba privilegios comerciales y monopolios
  • el Estado era despilfarrador y derrochador
  • el Estado perjudicaba a la producción al sacar fuentes de financiación de las actividades privadas con sus déficits y deuda pública
  • el Estado eludía el pago de esa deuda desvalorizando la moneda nacional
Solamente se toleraba el déficit y la deuda cuando se realizaban inversiones productivas, como alguna sobras públicas. Por ejemplo, aquí los autores clasicos no podían evadirse de la utilidad de crear un puente entre dos localidades importantes separadas por un río, en lugar de usar barcazas para atravesarlo. Este paradigma poco o nada discutido desde 1776 hasta 1936, cambió con la crisis y la Gran Depresión. Las primeras políticas del Presidente de los EEUU fue seguir el paradigma clásico del equilibrio presupuestario. El efecto fue el siguiente: mientras los ciudadanos restringían sus gastos e inversiones por el efecto de la deflación, el Estado hacía lo mismo, impulsando de este modo la economía hacia abajo. Además, debido al pánico bancario y a la quiebra de bancos, los ahorradores, atemorizados, guardaban sus ahorros en casa. Con sólo hacer esto ya se obtenía una rentabilidad de los ahorros, ya que en un entorno de deflación, con sólo posponer el consumo, ya se obtenía rentabilidad. Durante los primeros años de la depresión la situación económica fue agravada por las políticas económicas del presidente de los EEUU, Herbert Hoover (4 de marzo de 1929 - 4 de marzo de 1933). Este presidente se negó a realizar pagos federales a los individuos porque pensaba que esto era adictivo y reduciría los incentivos al trabajo. Era un firme partidario de los presupuestos equilibrados y se negó a elaborar un presupuesto con déficit destinado a políticas sociales. Incrementó las tarifas aduaneras (Smoot-Hawley Tariff Act), con lo que agravó el problema económico, expulsó a medio millón de mexicanos y ciudadanos norteamericanos de origen mexicano (Mexican Repatriaton). Tan ciega como el Presidente Hoover fue la Reserva Federal de los Estados Unidos, la Fed, que en diciembre de 1931subió los tipos de interés. En 1932, quizás en el más alto de la primera etapa de la Depresión, el desempleo llegó al 24,9% en EEUU, una persistente sequía debido a las malas prácticas agrícolas arruinó a millares de campesinos y pequeños agricultores (los precios agrícolas cayeron, algunos hasta un 60%), el número de préstamos e hipotecas impagadas, tanto de familias como de empresas fueron impagadas y más de 5.000 bancos quebraron. Millares de norteamericanos se quedaron sin sus casas y se congregaron en las numerosas Hoovervilles, un nombre poco agradable para el presidente, de campamentos enteros de tiendas y chabolas (2 millones de estadounidenses sin casa). El crimen y la delincuencia se incrementaron notablemente. Sólo la caridad privada trataba de paliar el problema social. Debido a las presiones de la opinión pública, el presidente y el Congreso aprobaron la Federal Home Loan Act, para financiar nuevas construcciones. Pero llegó demasiado tarde y no fue suficiente. El nuevo presidente, Franklin Delano Roosevelt se puso de inmediato a legislar. La Civilian Conservation Corps contrató a 250.000 desempleados en pequeños proyecto rurales locales. La Federal Trade Comission le dió nuevos poderes y alivió las hipotecas de millones de granjeros y propietarios. Roosevelt amplió la agencia creada por Hoover, la Reconstruction Finance Corporation para financiar los ferrocarriles y la industria. Mediante la Agricultural Adjustment Administration Roosevelt consiguió mayores precios para los agricultores. Impulsó las obras públicas mediante la Public Works Administration, creada en junio de 1933, tan sólo 3 meses después de llegar a la presidencia. Este organismo gastó 6 mil millones de dólares en la construcción de grandes obras como pantanos y puentes. También creó el Tennessee Valley Authority, creada en mayo de 1933, que construyó presas y estaciones eléctricas, controló las inundaciones y modernizó la agricultura y las condiciones de vida de los habitantes del lugar. El fin de la prohibición el 5 de diciembre de 1933, además de convertirle en un presidente muy popular, aumentó los ingresos del Estado. Roosevelt prohibió el 5 de abril de 1933 el acaparamiento de monedas, lingotes y certificados de oro para luchar contra la deflación. La National Industrial Recovery Act autorizó monopolios y carteles, acuerdos de no competencia y precios mínimos. a cambio las industrias se comprometían a elevar los salarios. Suspendió las leyes anti-trust. Todo esto hizo en los primeros nueve meses de su mandato. En 1938 el desempleo aún era del 12,5%. La Social Security Act estableció ayudas para los ancianos, los pobres, los desempleados, viudas y menores sin padres. Toda esta política fue denominada por el nuevo presidente New Deal (Nuevo Trato o Nuevo Acuerdo). No hay pruebas concluyentes sobre cuan efectiva fue esta política, pero quizás se pagó la novatada de implementar por primera vez políticas sociales. Pero realmente la Gran Depresión se resolvió el 6 de diciembre de 1941, caundo los EEUU entró oficialmente en la Segunda Guerra Mundial. El 30 de enero de 1933, apenas unos meses antes del inicio del mandato de Roosevelt, Hitler fue elegido por el Presidente Hindenburg, Chancellor o Jefe de Gobierno. El 2 de agosto de 1934 el presidente Paul von Hindenburg murió y Hitler, en lugar de convocar nuevas elecciones, como obligaba la vigente Contitución de Weimar, asumió los poderes de Presidente y Chancellor. Con este acto Hitler se cargó la Constitución y la República de Weimar. Hitler realizó una de las mayores expansiones de la producción industrial jamás vista en Alemania, basada en el aumento de la deuda y de los militares. La política nazi con respecto a la mujer recomendó encarecidamente permanecer en casa y cuidar de los hijos y del hogar. Hitler concedió la Cruz de Honor de la Madre Alemana a todas aquellas mujeres que tenían cuatro hijos o más. La tasa de desempleo se redujo sustancialmente enviando a las mujeres a sus casas (los hombres, obviamente, tomaron sus empelos) y expandiendo la industria militar. Hitler también emprendió una de las mayores campañas de infraestructuras de la historia de Alemania, con la construcción de docenas de pantanos, autopistas, carreteras y otras obras civiles. Sin embargo este auge económico tuvo su cruz, especialmente de aquellos que no estuvieron afectados por el crónico desempleo de los últimos años de la República de Weimar, ya que sus salarios fueron ligeramente reducidos en los años inmediatamente anteriores a la Segunda Guerra Mundial, y los precios aumentaron un 25% durante el mismo período. Sin embargo, trabajadores y granjeros, los votantes de NSDAP, fueron los grandes beneficiados. De este modo Hitler, a la par de Roosevelt, tiró los manuales de economía de la época a la basura e implementó una política de expansión del gasto y la inversión públicas.

0.11 Ya hemos visto que en dos países, Alemania y Estados Unidos se empezaron a aplicar políticas promotoras de las obras públicas desde 1933 (naturalmente con enormes diferencias entre ambos países). Los que lo hicieron, Hitler y Roosevelt, lo hicieron sin ningún tipo de apoyo técnico. o teoría en la que basarse. Esta teoría se publicó en 1936, con la aparición del libro de John Maynard Keynes titulado Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero. Tiempo tendremos de dedicarnos ampliamente a este autor y su obra, pero lo más importante es que Keynes rompe el paradigma clásico y lo sustituye por el suyo, el paradigma keynesiano, que será aplicado en la mayor parte del mundo durante las siguientes cuatro décadas. No vamos a referirnos a los fundamentos teóricos del keynesianismo, pero si a sus efectos prácticos. Keynes propugnó una mayor intervención del Estado en la economía, y la nueva ola de políticos vieron esto como una fundamentación teórica para aumentar los gastos del Estado, multiplicar hasta el infinito el número de organismos del Estado y así poder colocar a sus partidarios políticos y familiares en puestos públicos pagados por todos los ciudadanos. Así nació una nueva generación de políticos que oportunamente se adscribieron al keynesianismo con tal de medrar en la función pública. Para nadie es un secreto que en todo gobierno los ministerios más deseados y ambiciados son los que tienen un mayor presupuesto y mucha discrecionalidad en la elaboración de los presupuestos, en particular el ministerio que se encarga de la realización de las obras públicas (carreteras, ferrocarriles, obras hidráúlicas, sanidad, educación). Ministerios como el de los temas exteriores o el de la cultura pueden dar mucho remonbre y prestigio político, pero ningún peso político. Así, desde 1945 en adelante se ha observado prácticamente en todo el mundo un crecimiento sin parar de la parte proporcional que el Estado recauda y gasta del PIB, o de la proporción de funcionarios dentro de la masa laboral de cada nación. Lo normal hoy es que el Estado recaude y gaste entre un tercio y la mitad de lo producido en un país. Y este incremento del papel del Estado en la economía ha ido paralelo a una mayor inflación. Hoy en día (2010) nos maravillamos cuando el litro de gasolina valía a principios de los 70 unas 5 pesetas, cuando hoy, euros mediante, está a unas 200. Y lo consideramos normal, y es normal. Pero hasta 1945 no lo fue. Durante todo el siglo XIX y la primera mitad del siglo XX lo normal es que los precios se mantuvieran más o menos estables o sufrieranm etapas de inflación seguidas de deflación. Paul Samuelson en su libro Curso de Economía moderna (Economics en inglés) afirma que los gastos públicos en los EEU eran de 3.000 millones de dólares en 1913, en 1960 eran de 140 mil millones de dólares. Por supuesto el dólar se había depreciado, pero un un incremento de 4.600 por cien en 47 años, un aumento de casi un 100 por cien anual, o sea, una duplicación del gasto anual., parece excesivo. Como dice el profesor Samuelson:

Cada época díficil (por guerras o depresiones económicas intensifica la actuación del Estado y, cuando cesan las dificultades, los gastos públicos no superan el nivel anterior.

Evidentemente la cuestión a plantear no es el aumento del gasto en sí, sino la eficiencia del gasto público.

0.12
Después de la gran depresión y la Segunda Guerra Mundial vino una época de fuerte crecimiento económico mundial y bajo desempleo. Las grandes migraciones que se habían producido a todo el continente americano desde Alaska hasta Tierra del Fuego durante el siglo que va desde 1850 hasta 1950, cesaron y se produjo una estabilización, en general, de los habitantes del planeta en sus lugares de nacimiento. Fue el período de expansionismo estadounidense por excelencia, de sus multinacionales, de los conflictos entre los EEUU y la ya extinta Unión Soviética en países ajenos (guerras de Corea, Vietnam, revolución cubana, intentos revolucionarios fallidos en Chile, Argentina, Nicaragua, etc.). Fue la llamada Guerra Fría, aunque para los que la hicieron o la sufrieron en los distintos escenarios bélicos o revolucionarios fue más bien calentita. La característica principal de este período fue el alto crecimiento económico con bajo o nulo desempleo. Los años dorados del capitalismo mundial. Y fue la época dorada de los economistas. Nadie ponía en duda que la economía era una ciencia, y como toda ciencia, tenía sus propios gurues, que por entonces eran respetados y escuchados.

0.13 Después vino en 1973 una estúpida guerra (todas las guerras lo son pero esta mucho más) entra arabes e israelíes, llamada La Guerra del Yom Kipur. La principal consecuencia para los países desarrollados fue la detención de la producción del llamado "oro negro", un embargo petrolífero (inicialmente sólo a EEUU y los países Bajos) y una crisis en las economías industrializadas que acabó con casi 3 décadas de crecimiento económico ininterrumpido. Como se puede ver en el enlace anterior, tenemos un gráfico en el que se puede ver que los precios reales del petróleo (una vez descontada la inflación) en 1863/4 eran mayores que en 1973/4 (un mínimo de un 10%). El precio de los productos derivados del petróleo aumentó en más de un 60% entre 1973 y 1974. Las primeras industrias en sentir sus efectos fueron las del sector automotor y sus proveedores (combustibles, siderurgía, piezas para autosmóviles, etc). El consiguiente desempleo de los trabajadores de estas industrias produjo un menor pedido en el resto de las industrias no afectadas por el shock inicial. Aquella crisis produjo una enorme transferencia de renta desde los países desarrollados (y aún los no desarrollados que carecían de petróleo) a los países productores. Se produjo inflación y desempleo. A consecuencia del parón económico mundial, los países desarrollados pasaron a pedir menos materias primas a los países productores de las mismas, que en general son países subdesarrollados, con lo que el precio y la demanda de estos productos cayeron. Estos países consiguientemente demandaron menos productos industriales, con lo que se produjo un efecto rebote.

0.14 Esta crisis económica tuvo varios efectos:

  1. Acabó con el reinado de los gurues economistas y la falsa impresión de que estos eran como dioses, y con la confianza en la profesión en general.
  2. Se acabó con la era de los automóviles grandes y gastadores y se impuso el modelo de auto japonés, compacto y ahorrador.
  3. Se impuso el horario de verano para ahorrar energía.
  4. Acabó con el paradigma keynesiano aplicado durante los anteriores 30 y pico de años.
  5. Apareció de modo generalizado la estanflación, un vocablo nuevo. Aunque el término fue acuñado en 1965, no por un economista sino por un político, su uso se empezó a usar con frecuencia en los 70. Hasta entonces los términos inflación y recesión eran considerados incompatibles. La inflación, se decía, era producto de tratar de que la economía creciese muy rápido mediante créditos baratos, una política monetaria expansiva, una política expansiva del gasto o cualquier combinación de estas (teorías hay para todos los gustos). La recesión o crisis se producía cuando había deflación, se reducían los gastos públicos, se encarecían los tipos de interés o por otras causas o una combinación de estas causas. Con la estanflación se producía conjuntamente lo peor de dos mundos. Este suceso nuevo aparecido momentáneamente en los 60 y generalizado en la segunda mitad de los 70, remató el keynesianismo. Keynes elaboró una teoría para luchar contra la deflación y la recesión donde los precios bajaban y no subían. Ahora el mundo daba una nueva sorpresa. ¿Como luchar contra este nuevo fenómeno? ¿Es prioritario luchar contra el desempleo o contra la inflación? ¿Debemos aplicar una política expansiva o restrictiva?


Nuevamente volvió a surgir el descrédito de la profesión de los economistas. Los economistas sólo explican el pasado, no el futuro, ni siquiera a un mes de plazo.

0.15 En 1981 llegó al poder en los EEUU un mal actor de Holywood y Gobernador de California, Ronald Reagan. Su política económica, también llamada Reaganomics, era la aplicación más o menos fiel de los principios defendidos por el economista Milton Friedman, fiel exponente de la Escuela de Chicago y Premio Nobel de Economía. En 1979 llegó al cargo de Primer Ministro Margaret Thatcher, quién realizó en Gran Bretaña las mismas políticas económicas que Reagan en EEUU. Ambos iniciaron en sus países una ola de lo que se llama neocón (por neoconservadurismo) y neoliberales, pero que pese a su nombre que parece indicar una reedición de políticas anteriores a 1933 (recordemos, año de asunción de Roosevelt), en realidad, a mi juicio, era una política totalmente nueva. Recordemos que la política clásica del Estado hasta 1933 era que la acción pública sólo debía alcanzar a unos pocos apartados (policía, exteriores, justicia y algunas obras públicas indispensables) y que el presupuesto debía mantenerse equilibrado. Para Reagan y Thatcher el presupuesto equilibrado ya no era una condición necesaria. De hecho Ronald Reagan incurrió en grandes déficits públicos. Lo importante era conseguir los objetivos políticos y económicos deseados, aún a costa de incurrir en déficit. Ambos políticos realizaron un reajuste total de sus presupuestos, disminuyendo los presupuestos de educación pública, sanidad públicas y ayudas sociales, e incrementaron los de policía y defensa. Ambos elevaron las tasas de interés para combatir la inflación y tuvieron éxito. Pero en el caso de los EEUU, durante sus dos presidencias, Reagan con sus déficits comprometió a su sucesor, el también conservador Bush padre, quién tuvo que elevar los impuestos que Reagan había bajado porque sencillamente la caja pública no daba para más. Pero en el plano del análisis economico, la principal diferencia entre los economistas clásicos del XIX y los monetaristas del último cuarto del XX es la distinta concepción del dinero. Para los clásicos, el dinero no era más que un "velo monetario" que tapaba las relaciones reales que sucedían por debajo de dicho velo. Sin embargo, los economistas se dieron cuenta con la Gran Depresión de los 30 que, al contrario, la gente cambia sus patrones de ahorro y consumo según el dinero que posean. El monetarismo es la versión extrema de esta última línea de pensamiento y que relaciona el PIB con la oferta monetaria. El primero está determinado principalmente por la segunda. Según Milton Friedman y Anna Schwartz, en su libro conjunto A Monetary Histoty of the United States 1867 - 1960, la inflación es siempre y en cualquier lugar un fenómeno monetario. Hasta la publicación del libro en 1963, el consenso entre los economistas era que las fuerzas monetarias habían jugado un papel pasivo en la contracción económica de los años 30. La explicación de Friedman y Schwartz era que la politica monetaria excesivamente restrictiva fue la principal causa de la Gran Depresión. Para los primeros, los no monetaristas, la causa de la depresión fue el auge de la especulación inmobiliaria y la posterior caída de las bolsas.

0.16 La crisis de 2008 y años sucesivos evidenció que la política necocon implantada por Thatcher y Reagan era un fracaso total. La desregularización de los mercados produjo la aparición en los mercados de productos financieros que nadie entendía y conocía su funcionamieto. Pero daba igual. Lo único importante es que se podía ganar mucho dinero con ellos. Algunos pocos se hicieron más millonarios de lo que eran antes. Pero en definitiva se demostró una vez más que los fenómenos especulativos son como el juego de las sillas y la música: el último es el que pierde, todos los que llegan a sentarse a tiempo cuando la música para, ganan. Tengo un conocido que compró acciones de Terra pocas semanas antes de que cayeran en picado. Invirtió todos sus ahorros en esta empresa de Internet y los perdió prácticamente todos. Copio unos párrafos por si desaparece el enlace:

Terra salió a Bolsa el 17 de noviembre de 1999 a un precio de 11,81 euros y cierra a 37, lo que supone un avance del 184,61%.Era la primera empresa española de internet que salía al parqué, una firma recién creada que prometía beneficios sólo al cabo de tres años y cuyas perspectivas se basaban en el hipotético crecimiento de un sector del que todo se desconocía. Era, por tanto, una empresa con mucho, mucho riesgo.
Fue tanta la demanda de acciones de esta compañía que hubo que hacer un sorteo para establecer los inversores que tenían derecho a comprar un máximo de 25 acciones. El primer día subió tanto la cotización que aquellas acciones otorgadas dieron ya una plusvalía cercana a las 300.000 pesetas [1.807 euros]. En febrero de 2000 Terra tocó máximos históricos, al rozar los 140 euros por acción.
En apenas tres meses, la compañía se había revalorizado más de un 1.000%. Subidas diarias del 10% o del 20% fueron contempladas como algo normal. Pero Terra estalló un poco antes de que lo hiciera la burbuja tecnológica, es decir, unos días antes de los máximos históricos del Nasdaq [esta cita se refiere al año 2000, pero el fenómeno de especulación es el mismo].

0.17 La crisis de 2008 se inició, aparentemente, con un proceso de especulación, parecido al de 1928-29. Pero en 2008 afectó no sólo a las bolsas mundiales, sino también a unos productos financieros que nadie conocía bien. No importaba nada lo que te vendían, lo importante era la enorme rentabilidad que se podía ganar con ello. Algo similar pasó en el Estado de Florida en 1925. Se compraban derechos de propiedad de terrenos para venderlos con ganancias después. No importaba si el terreno era una charca (como muchas veces ocurrió) o si era un terreno apto para construir. Lo importante era si después habría otro especulador detrás de ti que se animara a comprarte el papel que documentaba que tenías derechos sobre el terreno a un precio un 30, un 50 o un 100%. Nuevamente como en el juego de las sillas y la música, el que pierde es el que llega tarde a sentarse. No importa lo que compres, lo único que importa es que haya algún tonto después que te compre y tu obtengas beneficio. Un tonto o un listo.Eso dependerá de que la persona que te compre el documento en cuestión encuentre a un tercero que lo compre y obtenga también beneficio. La línea que separa la inteligencia de la idiotez, de la fortuna de la ruina, es tan delgada que a veces puede ser cuestión de horas vender a tiempo y enriquecerse o vender tarde, con pérdidas y arruinarse.


0.18 La crisis de 2008 fue quizás el fenómenos especulativo más completo jamás conocido. En la crisis de los tulipanes del siglo XVII se especulaba con bulbos de esta planta, en la burbuja de los mares del sur con las acciones de la Compañía de los Mares del Sur, en la crisis de John Law de 1720 se especuló con las acciones de la Compañía del Missisippi, en el crack bursatil de 1929 se especuló con las acciones de la Bolsa de Nueva York, en la crisis de 2008 se especuló con acciones de todas las bolsas del mundo, con las propiedades inmobiliarias (hipotecas tóxicas concedidas a NINJAS) de gran parte del mundo (por ejemplo España) y hasta con materias primas. Hasta hubo, por vez primera en una burbuja especulativa, una estafa piramidal llamada Bernard Madoff. Pero a diferencia de episodios anteriores, y a partir de la quiebra de Lehman Brothers, las autoridades implementaron una política económica más apropiada, pero a base de crear problemas éticos importantes.Se emplearon ingentes fondos públicos para salvar bancos privados (bancos privados que desarrollan su actividad en un mercado oligopólico con númerus clausus y, por lo tanto, alejado de la competencia perfecta), que no sólo sirvieron para salvar al sistema económico de la ruina, sino también para engrosar las cuentas de resultados de los bancos. Esta primera oleada de la crisis hizo rico y popular a un amable y bonachón profesor jubilado de política de la empresa, Leopoldo Abadía.

0.19 Este problema ético se repitió a principios de 2010 cuando especuladores atacaron al euro a partir de la crisis griega.La crisis griega fue provocada por un aumento deshorbitado de los gastos públicos muy por encima de los ingresos y la ocultación, por parte del gobierno conservador de Karamanlis, del consiguiente déficit público y aumento de la deuda nacional griega, ocultación en la colaboró una entidad privada, Goldman Sachs. Hasta donde yo se, ni a Karamanlis ni a Goldman Sachs se les impuso nunca ninguna sanción (véase los enlaces al final del enlace anterior, en la sección referencias). No sólo eso, además se planteó un tercer problema ético, que los que planearon en sus despachos (como Alí Babá y los 40 ladrones) este sistema de robo generalizado, además de no ir a la cárcel, o han sido despedidos con fabulosas indemnizaciones, o han cobrado hasta el mismo año 2008 de la crisis fabulosas participaciones en beneficios, que después se ha descubierto que las han conseguido con trampas.

0.20 La crisis europea de 2010 es, ante todo, culpa de los políticos europeos, no importa que fueran de derechas o de izquierdas (aunque son casi todos de derechas). El Tratado de Maastrich de 1992 fijaba un límite para el déficit de cada país de un 3% y de un 60% de la deuda pública (enlace). Sin embargo, mientras un sólo país incumplía el objetivo del 3% del déficit (Grecia con un 4%), muchos países incumplieron el objetivo de la deuda (12 de 15 países), siendo la media de la Europa de los 11 del 75,2%, y de la de los 15 de 72,1%.

0.21 Recordemos que la política propugnada por Keynes era, antes que otra cosa, anticíclica. Keynes escribió su libro con el exclusivo interés de combatir la deflación y la disminución del PIB mundial de los años 30. Para eso propugnó el déficit público (bien vía aumento del gasto público o disminución de impuestos, aunque el prefería lo primero). Cuando la economía se recuperara, el gobierno debía revertir las cuentas públicas y obtener superávit. En el transcurso de un ciclo económico entero, pongamos 5 años de disminución del PBI y cinco de aumento, en nuestra década hipotética, tanto al principio como al final, el déficit y la deuda pública serían cero, compensándose los años buenos con los malos. Sólo en los años intermedios habrían déficit y deuda pública. Al contrario, los políticos del mundo occidental se han empeñado en producir déficits y deudas en los países que gobiernan independientemente de la etapa del ciclo en que estemos. Asi, en el período de alza del ciclo, se produce un aumento del gasto público, y cuando llega la etapa recesiva (en 2008), la situación financiera está ahogada y es imposible realizar una política fiscal anticíclica. Ya hemos visto que en 1998, la mayoría de los estados de la Unión Europea tenían deuda pública. La deuda no se genera de un año para el otro, sino en el transcurso de varios años. Me atrevería a asegurar que tanto durante la última década del siglo XX como en la primera del XXI, prácticamente todos los países europeos han tenido deuda. Los porcentajes con respecto al PIB, o no han variado, o han aumentado. Esto significa que la deuda no se extingue, sino que la deuda vieja se paga con una deuda nueva, que durante al menos dos décadas, los europeos hemos estando pagando unos intereses por una deuda que ya venció y que se pagó con una deuda nueva, que genera más inereses. En definitiva, los eurpeos (y los estadounidenses y los ciudadanos de otros países) pagamos intereses eternamente por nada. La deuda eterna es la segunda mayor estafa después de las hipotecas tóxicas convertidas en paquetes titulizados y apuntados como capital. Y además esta deuda eterna nos impide realizar una política fiscal y monetaria anticíclica. Y esta vez no es culpa de personas privadas que desempeñan oficios privados y que, dentro de la ley (aunque algunas veces apuren los límites legales), pueden hacer lo que quieran. Esta vez la culpa es de la clase política en su conjunto, y además de gobiernos sucesivos de un signo político u otro (ya que la política de endeudamiento se ha desarrollado al menos durante dos décadas), de los medios de comunicación que sufren "amnesias" en este tema y que, por lo tanto, son cómplices.

0.22 En los años 90 los dos tercios de la producción industrial de los EEUU eran producidos por las mil mayores empresas industriales. No se cuantas empresas industriales habían entonces en los EEUU, pero seguro que varios millones. Dos tercios lo producían mil empresas nada más, y el tercio restante, varios millones de empresas. Esta es la gigantocracia del mundo empresarial moderno. Este fenómeno no se ha producido por el normal desarrollo de la economía, donde las empresas más rentables crecen a costa de las más pequeñas, quitándoles clientes por la nomal competencia, sino por fusiones y adqusiciones de empresas. Esto lleva a varias consecuencias:
  • ya no es necesario ser economista para triunfar en el mundo empresarial: si eres abogado y tienes la suerte o la astucia de trabajar en un proceso de fusión o adquisición de megaempresas, puedes ganar más dinero que de economista.
  • la dirección de las empresas ya no pertenece a los propietarios. Casos como el del Grupo Santander y Emilio Botín brillan por su excepcionalidad. Lo normal es que los propietarios sean absentistas, bien porque sean muy pequeños "capitalismo popular", bien porque, pese a ser importantes accionistas, una vez valorizada la empresa familiar y que creció mucho y fue muy rentable, sea vendida a una multinacional para lucrarse con las plusvalías, o incluso, como pasa a veces, la empresa familiar salga a bolsa para una ampliación de capital, y los nuevos accionistas reclamen una gestión profesional.
  • como consecuencia de la anterior, la profesionalización de la dirección a creado una casta de directivos cuyos intereses son distintos de los intereses de los propietarios, muchos de ellos pequeños accionistas que ni siquiera conocen el nombre del máximo dirigente de la empresa. Sueldos fabulosos, indemnizaciones millonarias por despido, participaciones gratis en el capital de la empresa, cochazos de lujos, helicópteros, aviones y mansiones a cargo de la empresa, la posibilidad de colocar a algún familiar, amistad o amante en la empresa, aunque no sepa hacer la "o" con un canuto, etc.
  • las megaempresas se han convertido en un organismo burocrático como si fuera cualquier organismo de un Estado. El objetivo, como decían los clásicos, ya no es la maximización de beneficios, sino el crecimiento para acaparar mayor porción del mercado. El crecimiento en ventas, en sucursales y en delegaciones es lo prioritario.
0.23 Por otra parte, los sindicatos han crecido, se ha reducido en número y se han convertido en organismos burocráticos financiados por el Estado, que ya no defienden los intereses de los trabajadores, sino los de la propia élite sindical.

0.24 Por último, se ha producido un "divorcio" entre los trabajadores. Los que tienen trabajo sólo buscan mantener su poder adquisitivo, y los que carecen de uno, sólo buscan salvarse individualmente. Se produce cada vez una mayor insolidaridad entre los currantes. Sálvese quién pueda es la norma.

0.25 A consecuencia de lo escrito en los últimos párrafos, el poder económico se ha ido concentrando, y el poder político está, de algún modo, coartado por el primero. Cuando una multinacional del automóvil desea instalar una planta nueva (como la Cherry en Catalunya) o una multinacional del entretenimiento como la Disney quiere instalar una megaparque de diversión, los políticos, incapazces de terminar con el desempleo, ofrecen gangas y más gangas a la multinacional: terrenos a mitad de precio, exacción de impuestos por varios años, etc.

0.26 Volviendo al tema de la burocracia megaempresarial, del punto 0.23 el diario español El País publicó el 17 de julio de 2010 un artículo titulado "Ordoñez entrega Cajasur a la BBK", en el que se dice lo siguiente (copio lo que considero más importante para mi tesis por si desaparece el artículo):

“La BBK tiene un duro trabajo de reestructuración por delante. La entidad cordobesa pierde unos 40 millones al mes y en 2009 tuvo números rojos de 596 millones contra unos beneficios de 288 millones de BBK. Según los sindicatos, sobran unos 900 empleados. La reducción se podría hacer mediante prejubilaciones y bajas incentivadas. Algunas fuentes cifraron en más de 150 millones el coste de estas reducciones.

Las diferencias de plantilla son importantes: la entidad de Mario Fernández tiene 2.430 empleados para gestionar una entidad de casi 30.000 millones de activos. Cajasur, que es mucho más pequeña con 18.000 millones de activos, cuenta con 3.012 trabajadores. En cuanto al número de oficinas, BBK tiene 412 y la cordobesa 474.”

Si dividimos los 30 mil millones de activos de BBK por el nº de sus empelados (2.430), da un ratio de 12,3 millones de euros por empleado. El mismo ratio da 5,97 millones de activos por empleado para Cajasur, menos de la mitad.

El lector pensará que las cajas de ahorro son (o eran, cunado los lectores lean esto, porque está anunciada una reforma) unas instituciones de crédito dirigidas por los políticos que tienen derecho a nombrar representantes suyos, pero en las megaempresas multinacionales pasa lo mismo, aunque sea en un grado menor.

0.27 En otro artículo de El País el día 18 de julio de 2010 titulado Cajas bajo vigilancia, se dice:

“La nueva Ley de Cajas, que supone el mayor cambio para el sector en los casi dos siglos de historia, tiene un aspecto voluntario, privatizar la entidad si así lo decide, y otro obligatorio: la salida de todos los políticos de las asambleas y los consejos, un tercio de los cargos actuales.

[…] En su lugar acudirán aquellos que nombren los Parlamentos y plenos municipales y de las Diputaciones, pero no podrán superar el 40% del derecho de voto en los consejos y asambleas generales. Es decir, se quedan en minoría. Además, tendrán que reducir su número: el BOE establece que las asambleas tendrán entre 60 y 180 miembros y los consejos entre 13 y 17 puestos. Según algunos cálculos, podrían sobrar más de 350 asambleístas, sobre todo de Caja Madrid, Bancaja, Cajastur y Unicaja, y más de 60 miembros de los consejos de administración.”

En España, cada vez que un político abandona un cargo importante, encuentra acomodo en los despachos de los consejos de administración de grandes empresas españolas. No importa de que color político sea el político, pero los consejos de administración de las mayores empresas españolas están repletos de ex ministros, en cualquier ramo: bancos, constructoras, químicas, automóviles, de transportes, de comunicaciones, etc. Si eso no es un maridaje entre política y negocios, no se lo que puede ser. Además los bancos conceden créditos a los dos bancos más importantes del país, créditos que estos no devuelven nunca, que son renovados una y otra vez o que son contabilizados como impagados sin emprender ninguna actuación judicial. Citando a Galbraith:


"No puede dudarse de que hoy la gran empresa constituye un instrumento para el ejercicio del poder...” (pág. 313 de Historia de la economia, de John Kenneth Galbraith)

Irlanda afronta años de un masivo rescate bancario.

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