CAPÍTULO 9
EL RENACIMIENTO
EL PROCESO DE FEUDALIZACIÓN
Hasta el siglo III los ciudadanos romanos vivían más o menos tranquilos en sus ciudades. El ejército romano protegía tanto las fronteras (limes) como el orden interno. Estas fronteras estaban vigiladas por los ejércitos romanos desde instalaciones provisionales, guarniciones provistas de un foso y un murete de tierra apelmazada, de empalizadas de madera y pequeñas torres de observación. Los legionarios romanos vivían en tiendas de lona. Nada definitivo. Pero con el correr de los tiempos estas instalaciones pasaron de provisionales a definitivas. Las tiendas de lona fueron sustituídas por edificiones de sillería, aunque el objetivo siguiese siendo el militar. Los legionarios romanos que en ellos vivían, tras varias décadas de servicio militar, se convertían en civiles y propietarios de una pequeña porción de tierra, y se casaban con muchachas nativas. Se produjo así un proceso de mestizaje. Los poblados militares se convirtieron en pequeños burgos o ciudades. A partir de la segunda mitad del siglo III, se hizo más corriente que las incursiones bárbaras en el Imperio, germánicas, hunas e incluso célticas, llevaran al temor y a un reclamo de mayor seguridad. Pronto las ciudades de la frontera, como Estrasburgo, se amurallaron. La frontera exterior de los campamentos militares se convirtió en una frontera interior, no solo porque la construcción de murrallas llevara las fronteras a los lindes de las ciudades, sino porque este proceso supuso un fuerte cambio de mentalidad. Las ciudades amuralladas significaban no solo una mayor protección frente a las incursiones bárbaras, sino también frente al poder del emperador. Se fue así debilitando el poder central y disgregando el poder en numerosos centros geográficos. Y la fortificación de las ciudades del limes se pasó a la fortificación de las ciudades alejadas de las fronteras, como Verona. La misma Roma se fortificó. Mientras el poder central fue fuerte, este pudo impedir este proceso de amullaramiento, la creación de ciudades-estado como las griegas. Formalmente nada había cambiado en el imperio. En la realidad todo cambiaba. La gente empezó a considerarse más como napolitanos, veroneses o marselleses en vez de como ciudadanos romanos. Cuando las legiones romanas se bastaban para mantener el orden dentro del imperio, las fronteras estaban lejos y las ciudades no necesitaban otras defensas. Todos hablaban el mismo idioma y eran ciudadanos con los mismos derechos. Cuando el poder central se debilitó, empezaron los particularismos y los dialectos.
La población del Imperio, al menos en la península itálica, era mayoritariamente ciudadana, es decir, se concentraba en las ciudades. El campo estaba, sobre todo en el oeste, casi deshabitado, mientras que en Oriente, mucho más rico y poblado, no había problemas de escasez de población. Según varios autores, al detenerse la expansión del imperio romano, se detuvo la apropiación de esclavos a causa de la no-guerra. Los latifundistas abandonan las ciudades para ir a vivir a sus haciendas y buscan compensar la falta de esclavos tratando de atraer a los habitantes de las ciudades. Para ello les ofrecen trabajar la tierra como colonos o aparceros a cambio de entregar una arte de la producción al dueño de la tierra. Los latifundistas tratan de obligar a los aparceros a no abandonar la tierra, a fijarlos a la misma. Esto se consiguió mediante las reformas legislativas imperiales, que fijaron a los colonos a la tierra de por vida, y además, de con el transcurso del tiempo, de forma hereditaria. Por otra parte, la ciudad de Roma fue invadida por los godos de Alarico I en el 410, por los vándalos en el 455 (los cuales, pese a su nombre, no hicieron destrozos mayores que los invasores anteriores y posteriores), por las tropas imperiales de Ricimero en el 472 y por los ostrogodos en el 546. Los hunos de Atila no invadieron la ciudad, pero exigieron un rescate al Papa León I el Magno. Todos estos hechos influyeron, pero los historiadores no les dan tanta importancia como se la daba en el pasado. Sin embargo, decenas de ciudades romanas que antiguamente fueron prósperas en el Imperio de Occidente fueron arruinadas y sus poblaciones dispersadas, y a causa del colapso del sistema, nunca fueron reconstruidas. Las ciudades que sobrevivieron se amurallaron, pese a que no habían necesitado muros defensivos durante siglos. La propia ciudad de Roma se amuralló.
Los gremios medievales nacen por la misma causa, la escasez de mano de obra. Se trata ante todo de que los maestros gremiales obtuvieran un beneficio suficiente mediante la obligación legal de fijar los precios en cada ciudad que disponían los gremios. (Sigue en la Crisis del siglo III). Bagaudas.
La población del Imperio, al menos en la península itálica, era mayoritariamente ciudadana, es decir, se concentraba en las ciudades. El campo estaba, sobre todo en el oeste, casi deshabitado, mientras que en Oriente, mucho más rico y poblado, no había problemas de escasez de población. Según varios autores, al detenerse la expansión del imperio romano, se detuvo la apropiación de esclavos a causa de la no-guerra. Los latifundistas abandonan las ciudades para ir a vivir a sus haciendas y buscan compensar la falta de esclavos tratando de atraer a los habitantes de las ciudades. Para ello les ofrecen trabajar la tierra como colonos o aparceros a cambio de entregar una arte de la producción al dueño de la tierra. Los latifundistas tratan de obligar a los aparceros a no abandonar la tierra, a fijarlos a la misma. Esto se consiguió mediante las reformas legislativas imperiales, que fijaron a los colonos a la tierra de por vida, y además, de con el transcurso del tiempo, de forma hereditaria. Por otra parte, la ciudad de Roma fue invadida por los godos de Alarico I en el 410, por los vándalos en el 455 (los cuales, pese a su nombre, no hicieron destrozos mayores que los invasores anteriores y posteriores), por las tropas imperiales de Ricimero en el 472 y por los ostrogodos en el 546. Los hunos de Atila no invadieron la ciudad, pero exigieron un rescate al Papa León I el Magno. Todos estos hechos influyeron, pero los historiadores no les dan tanta importancia como se la daba en el pasado. Sin embargo, decenas de ciudades romanas que antiguamente fueron prósperas en el Imperio de Occidente fueron arruinadas y sus poblaciones dispersadas, y a causa del colapso del sistema, nunca fueron reconstruidas. Las ciudades que sobrevivieron se amurallaron, pese a que no habían necesitado muros defensivos durante siglos. La propia ciudad de Roma se amuralló.
Los gremios medievales nacen por la misma causa, la escasez de mano de obra. Se trata ante todo de que los maestros gremiales obtuvieran un beneficio suficiente mediante la obligación legal de fijar los precios en cada ciudad que disponían los gremios. (Sigue en la Crisis del siglo III). Bagaudas.
EL FEUDALISMO
9.1 El feudalismo es un sistema político, social y económico cuya unidad básica de producción era el feudo. Lo primero que hay que señalar para entender este sistema es que el lector debe entender la diferencia entre el vasallaje y la servidumbre. El siervo estaba vinculado al señor feudal a través de la tierra (servidumbre). En la práctica poco se diferenciaba la situación del siervo de la del esclavo, pero jurídicamente había una gran diferencia: el esclavo podía ser vendido, el siervo no; el esclavo estaba vinculado a su amo, el siervo estaba vinculado a la tierra de su señor feudal, el feudo. Cuando el feudo cambiaba de dueño por el motivo que fuese, el siervo cambiaba de señor. pero permanecía en la tierra. Y no podía producirse ningún otro cambio. Se supone que la situación normal del siervo era que naciera y muriese en el mismo feudo y que no viajaban excepto para acudir a los mercados de las poblaciones vecinas. En cambio la relación de vasallaje era muy diferente: era una relación personal entre dos personas, un contrato entre iguales, el vasallo y el señor feudal. Tras formalizar la relación en un acto formal llamado homenaje, que se celebraba en la torre del mismo nombre, ambos estaban comprometidos en mantener la siguiente relación: el vasallo, generalmente un noble bajo, estaba obligado a prestar asistencia militar a su señor, generalmente un noble de nivel superior, en caso de conflicto armado, de los tantos que habían. El noble de nivel superior le entregaba los medios de subsistencia en usufructo, generalmente un feudo (latifundio) con sus siervos incorporados. El vasallo administra esas tierras y se beneficia de sus rentas, de las cuales entrega una parte a su señor, pero que no son propiedad del señor feudal. El campesino (siervo) también tiene sus derechos sobre la tierra: trabajarla y vivir de ella (o malvivir, diríamos mejor). Además, su señor, el noble superior al que juró fidelidad, también tiene sus derechos sobre el feudo. En caso de incumplimiento del deber de fidelidad del vasallo, el feudo volvía al señor feudal. En todo caso, el siervo no tiene obligación de defender las tierras de sus señores, es más, se le impide el acceso a cualquier arma, y especialmente al caballo (deben arar con una yunta de bueyes que mantiene comunalmente toda la aldea). La obligación del amo es defender a sus siervos, y de acoger en su castillo a los siervos en caso de invasión del feudo. Además hay otra gran diferencia entre el vasallo y su señor y el siervo y el suyo: los vasallos pertenecen al mismo estamento social que su señor, pero el siervo es de un estamento inferior. Así, la sociedad feudal estaba dividida en tres estamentos: la nobleza, el clero y el tercer estado. Los primeros defendían a los otros dos estamentos y tenían el monopolio de la fuerza, los segundos rezaban y el estado llano producía para alimentarse a sí mismo y también creaba un excedente para alimentar a las otras dos clases sociales. Los hijos del estamento superior se casaban entre ellos, tanto para impedir que el estamento llano entrara en el suyo como para impedir la excesiva subdivisión de sus dominios territoriales. Cuando la sociedad evolucionó a una sociedad más mercantil y donde el dinero empezó a tener cada vez un papel más relevante, era normal que los hijos de los burgueses se casasen con los de la nobleza. Pero volviendo a nuestro tema, en la sociedad feudal la nobleza tenía vedada los oficios mecánicos, incluido el comercio, actividad sospechosa por su presunta vinculación al pecado de usura, y los préstamos eran generalmente reservados a los judíos, a quienes el pecado cristiano de usura les traía sin cuidado.
9.2 La misma jerarquización que sufría el estamento de la nobleza sufría el del clero. El hijo mayor varón de un noble heredaba la posición social de su padre (el título nobiliario y el feudo), y el segundo entraba en el clero en una posición social análoga a la de su familia. Esta posición se medía por las donaciones de la familia a la Iglesia. Si el hermano mayor moría, el segundo estaba obligado a colgar los hábitos y sustituirle. Las hijas mayores se casaban con hijos de su mismo nivel estamentario y las menores entraban a formar parte de conventos, en los dos casos debidamente dotadas con dinero. De este modo se evitaba la división de los dominios territoriales. Esta no división de los dominios se garantizaba con el voto de celibato de los miembros de la Iglesia, para impedir que procrearan y sus hijos compitiesen con los de sus hermanos.
9.3 En el estamento eclesiástico regían los mismos principios que en el de la nobleza. El alto clero (obispos, abades y canónigos) eran hijos segundones de la alta nobleza, y así bajando hasta el clero común y llano, los párrocos, hijos de los caballeros sin tierras. Por otra parte, la Iglesia era la única institución "universal" que comprendía todos los países de Europa occidental.
9.4 El feudalismo no implicaba unas relaciones de propiedad sobre la tierra en el sentido en que hoy las conocemos. En realidad todas las tierras del reino eran, en última instancia, propiedad del rey. Él cedía el uso y disfrute de las tierras a unos pocos señores feudales, los que a su vez, hacían lo mismo, con otros señores feudales de inferior rango. Este uso de la tierra se cedía a cambio de una serie de obligaciones: asistencia militar, contraprestaciones económicas, etc. El señor feudal recibía de su noble superior el feudo para ser administrado y obtener las rentas de él. Él se obligaba a entregar una parte de las renta a su señor, pero también a ser le fiel, darle consejo y asistirle militarmente en caso de que fuera requerido. En caso de que el vasallo no cumpliese con sus obligaciones, el feudo le sería retirado, aunque supongo que lo más normal es que perdiese la vida antes. La propiedad, tal como la entendemos, existió en la Antigüedad clásica, y en la época postfeudal, pero también en la época feudal, pero en las ciudades, donde los habitantes de las mismas tenían sus pequeñas propiedades, incluso pequeñas huertas en las inmediaciones de las ciudades cuando ello era posible. Pero las relaciones en el feudo no eran unas relaciones exactamente de propiedad sino más bien de dominio.
Aunque por lo dicho hasta aquí parece que la autoridad máxima era el rey, esto no era así. Más bien al contrario. Mientras el señor feudal cumpliera sus obligaciones con sus superiores, bien fuera este el rey u otro noble superior, nadie se metía en como administraba su deudo. Podría decirse que el señor feudal era el rey en su propio feudo, ya que administraba justicia y no había leyes que restringieran su poder más allá del uso y la tradición. Eran unas sociedades donde dominaban las fuerzas centrífugas sobre las centrípetas. Sólo con la aparición progresiva del moderno estado-nación se cambió la tendencia.
9.5 La unidad económica básica de producción era el feudo. En el centro y norte de Europa, donde los romanos tuvieron muy poca influencia, prácticamente desparecieron las ciudades, no habiendo otra unidad de producción. En el sur de Europa subsistieron las ciudades, aunque muy disminuidas en tamaño y población, donde sobrevivía un mundo alternativo sin señores feudales pero que, en ningún caso, representaba una amenaza para el sistema feudal. Cada feudo estaba centrado alrededor del castillo del señor, verdadero símbolo de poder y estaba dividido en la reserva señorial y los mansos. Cada campesino siervo cultivaba su manso, del cual vivía y que cultivaba según su criterio, por lo tanto no era ni esclavo ni trabajador proletario. Pero tampoco era libre, ya que su vida estaba ligada al manso que cultivaba. Los días que fijaba la costumbre debía trabajar gratis en la reserva señorial. El señor feudal obtenía mediante ese trabajo extra el excedente económico que era el sustento de todas las clases sociales superiores, mediante los mecanismos que ya hemos visto. Además la Iglesia Católica obtenía su diezmo, junto a su excedente que obtenía de sus propios latifundios. En este caso las abadías, conventos y monasterios cumplían una labor similar a la de los castillos, y la jerarquía católica el mismo papel que el de la nobleza feudal. El siervo tenía pues dos obligaciones para con el señor feudal: una, pagar el diezmo en especie (una parte de la cosecha) y la otra trabajar la reserva señorial. Con el paso de los siglos y con la monetización de la economía, el diezmo se pasó a pagar en metálico, lo que permitió que los señores feudales emigraran a vivir a las ciudades. Los de inferior rango a las capitales de las provincias, regiones o comarcas. Los nobles de rango superior pasaron a vivir en la capital de reino, cerca del poder real.
9.6 En el sistema feudal, el rey era la cúpula de todo el sistema. Las obligaciones ascendían y descendían por toda la pirámide social hasta la cumbre. El rey tenía su propio feudo, del que obtenía sus propios ingresos. Y también obtenía su parte de las rentas obtenidas por la alta nobleza.
9.7 La más baja nobleza no tenía más que un caballo, sus armas y si acaso, un escudero que le sirviese. Trabajaban como soldados para un señor feudal, con él que estaban ligados por una relación de vasallaje. No eran mercenarios. Vivían en el castillo del señor feudal y se alimentaban con él. En el castillo (en su caso abadía o convento) vivían los criados, hijos de lo siervos que estos no podían alimentar. El estribo, que trajeron los hunos probablemente procedente de China, cambió las técnicas de guerra, pasando el peso de las guerras de la infantería a la caballería. Un caballero era costoso de mantener. Todo el equipamiento de un solo caballero armado, equino incluido, equivalía al valor de veinte bueyes o a las herramientas agrícolas de diez campesinos. Los campesinos tenían prohibido poseer caballos, así que araban con bueyes. Las guerras se financiaban con las aportaciones personales de los caballeros de los distintos señores feudales.
9.8 En resumen, el sistema feudal era un sistema de cuasi-castas donde cada uno tenía su lugar asignado y donde el rango era un elemento considerable del estatus. La posición de cada cual en la jerarquía social determinaba las obligaciones y privilegios de cada uno. La economía medieval era una economía "natural" en la que el sector agropecuario, la producción para el autoabastecimiento primó sobre el intercambio, el comercio y la economía comercial y monetaria. Los seres humanos vivían en pequeñas unidades económicas, tanto de producción como de consumo y el dinero no era importante. Hasta la aparición de las minas de oro y plata de América las transacciones monetarias eran limitadas. El trueque era mucho más importante. Así pues, aquella era una sociedad en la que los hombres se esperaba que se mantuviesen a si mismos rindiendo servicios a la comunidad, y la posibilidad de obtener ganancias monetarias eran tan posibles como las de descubrir un tesoro enterrado. La Iglesia debía regular todas las relaciones humanas, y como esta vida era una preparación para la otra, y la única realidad absoluta es la salvación eterna, las riquezas humanas no eran importantes.
EL PENSAMIENTO FEUDAL
9.9 El pensamiento económico medieval está basado en tres pilares:
- Aristóteles;
- La Biblia, y su fuente primigenia, el judaísmo,
- y los padres fundadores
Además de la esclavitud, otro punto de vista contrario a la filosofía griega es la consideración del trabajo. Tanto para Aristóteles como para Platón el trabajo manual es algo sucio y desagradable solo apto para los de las clases inferiores. Para los griegos, el trabajo es la marca de los extranjeros y los esclavos y, por tanto, es denigrante. Por el contrario, en la Biblia, se habla de "trabajar con tus propias manos" y San Pablo habla de que trabajó "noche y día" y establece la regla de que el hombre que no trabaja no debería comer. Los apóstoles eran, en general, trabajadores. El trabajo se considera parte de la salvación. El trabajo fue prescrito por Dios y Jesús habla de si mismo como un trabajador. Es más, si analizamos el Génesis, Dios trabajó seis días para crear al mundo y el séptimo descansó. El trabajo no solo fue digno y hasta noble, sino además inevitable.
Este mundo es una preparación para el otro, y lo único importante en este es trabajar para obtener la salvación en el otro. Cualquier otra consideración mundana es banal. Aunque esta consideración debería conducir a una sociedad extremadamente igualitaria, al contrario, la desiguldad se justifica por que es un designio divino.
LA PATRÍSTICA
El pensamiento de los Padres de la Iglesia se extiende desde el siglo I hasta el XI ambos inclusive. Este período de casi 1.200 años es el más largo de la historia y fue sustiruído por la Escolástica (en inglés, Scholastic, de la palabra school, que significa colegio o escuela).
El cristianismo original fue una secta perseguida que se expandía por el boca a oreja entre los estratos más bajos de la sociedad. En este principio la religión cristiana era indiferente a la política, actitud resumida en la famosa frase neotestamentaria de "dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios". Todo cambió cuando Constantino la nombra religión del Imperio (Edicto de Milán, año 313). A Partir de ahí, los Padres aceptan las instituciones políticas y sociales del Imperio como hechos inamovibles y centran su atención en la vida tras la muerte. Examinaremos las ideas de los Padres respecto a temas como la propiedad privada, la esclavitud, la limosna y el comercio.
El cristianismo original fue una secta perseguida que se expandía por el boca a oreja entre los estratos más bajos de la sociedad. En este principio la religión cristiana era indiferente a la política, actitud resumida en la famosa frase neotestamentaria de "dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios". Todo cambió cuando Constantino la nombra religión del Imperio (Edicto de Milán, año 313). A Partir de ahí, los Padres aceptan las instituciones políticas y sociales del Imperio como hechos inamovibles y centran su atención en la vida tras la muerte. Examinaremos las ideas de los Padres respecto a temas como la propiedad privada, la esclavitud, la limosna y el comercio.
LA PROPIEDAD PRIVADA
San Juan Crisostomo (347 - 407) mantuvo que Dios asignó los bienes terrenales como propiedad común a todos los hombres. Es importante conocer la vida de Juan Crisostomo, quién se pronunció en contra de los abusos de los poderosos y de la propiedad personal. En sus charlas realizaba una interpretación directa de la Bíblia, rechazando la interpretación alegórica de la misma que hacía la jerarquía eclesiástica. Mostró una gran preocupación por las necesidades materiales de los pobres, además de las espirituales. Cuando fue nombrado obispo de Antioquía. Juan se negó a dar recepciones suntuosas y criticó el alto nivel de vida que llevaba el clero. Se opuso a los poderosos y al clero corrupto y fue amado por el pueblo, lo que incrementó sus popularidad entre el pueblo llano. Se ganó numerosos y poderosos enemigos, como Teófilo, patriarca de AlejandríaAmbrosio (c. 340 - 397) vio el origen de la propiedad privada como una usurpación, y la emperatriz Elia Eudoxia, esposa de Arcadio.En el Sínodo de La Encina fue depuesto de su cargo, pero volvió a ser admitido por las presiones populares a su favor. Pero Elia Eudoxia hizo erigir una estatua suya hecha de plata cerca de la catedral, y Juan condenó la ceremonia de inaguración comparando a la emperatriz con Salomé, quién pidió a su padre Herodías la cabeza de Juan el bautista en una bandeja. Fue desterrado y murió durante el viaje de destierro. Pese a su opción por los pobres, fue canonizado.
San Ambrosio, obispo de Milán, fue generoso con los pobres y por eso, fue muy popular. Vio la propiedad privada como un acto de usurpación.San Jerónimo de Estridón, quién consideró que un hombre rico es, o bien un hombre injusto, o un heredero de un hombre ijusto. San Agustín de Hipona consideró la propiedad privada como fuente de guerras e injusticia social. Vendió todo su patrimonio y lo dio a los pobres. Varios siglos después San Francisco de Asís, fundador de los Franciscanos y de las Hermanas Clarisas, consideró que desprenderse de las riquezases un consejo de perfección, pero que no es un precepto aplicable a todo el mundo. La opinión de los distintos escritores de la Iglesia con respecto a la propiedad privada y la riqueza vaciló de un extremo al otro:
- de un lado, Lactancio, un duro crítico del colectivismo; y Theodoretus of Cyr, quién defendió las desigualdades sociales;
- y en el otro extremo, el maniqueismo, el donatismo, el pelagianismo y otras herejías varias, quienes consideraban la salvación de los ricos más difícil que la de los pobres, y en especial, de los clérigos, y propugnaban el ascetismo.
Poco a poco dominaron en la Iglesia Católica de respetar la propiedad privada con distintos argumentos, que veremos en el capítulo siguiente.La defensa de abandonar las riquezas materiales nunca fue mayoritaria en la Iglesia, aunque en los primeros siglos si hubo una cierta corriente minoritaria que abogaba por ello. Pero al final ganó la actitud de que el abandono de los bienes materiales no debía ser la norma general, sino la de unos pocos, no se si decir privilegiados. Así nacieron las ordenes religiosas dedicadas a la pobreza, como la Regla de san Agustín de Hipona, quién vendió todos sus bienes y los repartió entre los pobres. Así nacieron las ordenes mendicantes: los agustinos, los dominicos, los carmelitas y los franciscanos, divididos entres subordenes. Siempre hubo polémica en el seno de la Iglesia acerca de cuan importante es el tema de la pobreza, y si debe primar sobre el trabajo ("ora et labora") y los rezos.
"¿Deseas honrar el cuerpo de Cristo? No le ignores cuando está desnudo. No le hagas ningún homenaje en el templo vestido de seda solo para negarle afuera cuando pasa frío y está mal vestido. Él , que dijo: "Este es mi cuerpo", es el mismo que dijo: "Me viste hambriento y no me diste de comer" y, "Cualquier cosa que hicieres al menor de mis hermanos, también me lo hicistes a mí...". ¿Está bien que la mesa de la Eucaristía esté repleta de cálices de oro cuando tu hermano está muriendo de hambre? Empieza por satisfacer su hambre y después, con lo que sobre, podrás llenar el altar."
San Ambrosio, obispo de Milán, fue generoso con los pobres y por eso, fue muy popular. Vio la propiedad privada como un acto de usurpación.San Jerónimo de Estridón, quién consideró que un hombre rico es, o bien un hombre injusto, o un heredero de un hombre ijusto. San Agustín de Hipona consideró la propiedad privada como fuente de guerras e injusticia social. Vendió todo su patrimonio y lo dio a los pobres. Varios siglos después San Francisco de Asís, fundador de los Franciscanos y de las Hermanas Clarisas, consideró que desprenderse de las riquezases un consejo de perfección, pero que no es un precepto aplicable a todo el mundo. La opinión de los distintos escritores de la Iglesia con respecto a la propiedad privada y la riqueza vaciló de un extremo al otro:
- de un lado, Lactancio, un duro crítico del colectivismo; y Theodoretus of Cyr, quién defendió las desigualdades sociales;
- y en el otro extremo, el maniqueismo, el donatismo, el pelagianismo y otras herejías varias, quienes consideraban la salvación de los ricos más difícil que la de los pobres, y en especial, de los clérigos, y propugnaban el ascetismo.
Poco a poco dominaron en la Iglesia Católica de respetar la propiedad privada con distintos argumentos, que veremos en el capítulo siguiente.La defensa de abandonar las riquezas materiales nunca fue mayoritaria en la Iglesia, aunque en los primeros siglos si hubo una cierta corriente minoritaria que abogaba por ello. Pero al final ganó la actitud de que el abandono de los bienes materiales no debía ser la norma general, sino la de unos pocos, no se si decir privilegiados. Así nacieron las ordenes religiosas dedicadas a la pobreza, como la Regla de san Agustín de Hipona, quién vendió todos sus bienes y los repartió entre los pobres. Así nacieron las ordenes mendicantes: los agustinos, los dominicos, los carmelitas y los franciscanos, divididos entres subordenes. Siempre hubo polémica en el seno de la Iglesia acerca de cuan importante es el tema de la pobreza, y si debe primar sobre el trabajo ("ora et labora") y los rezos.
LAS LIMOSNAS Y LA CARIDAD
La caridad tenía una importancia destacada en el pensamiento de la patrística. La idea era que ningún cristiano debía ser más rico que cualquier otro hombre, y si lo era, debía donar el exceso a los pobres y quedarse tan solo en la subsistencia más estricta. Pero en la práctica, los ricos daban limosna con el solo objeto de aliviar la pobreza más extrema, una carga no muy pesada que los ricos podían facilmente soportar y que no cambió la existente estratificación social.
LA ESCLAVITUD
A diferencia de la escolástica, que veremos en el siguiente capítulo, la patrística respetó y reconoció la esclavitud como un hecho dado. San Agustín y san Lactancio, entre otros pocos que discutieron el tema, consideraron que todos los hombres están llamados delante de Dios y, por lo tanto, deben ser considerados iguales, independientemente de su posición en el esquema social. Sin embargo, no se consideró la esclavitud como una institución natural, lo que fue un cambio con respecto a Platón y Aristóteles. La esclavitud abandonó por primera vez en la historia del pensamiento humano el lugar de una ley natural o divina y pasó a ser considerada como una institución del derecho positivo.
LA ACTIVIDAD COMERCIAL Y EL TRABAJO
La actitud de los padres de la Iglesia hacia el trabajo está basada en su reconocimiento como una obligación social y como la oportunidad de mantener a la humanidad alejada del pecado (evita la ocasión y evitarás el pecado). Es un cambio claro con respecto a los griegos clásicos que consideraban el trabajo como una actividad propia de esclavos y extranjeros.
La riqueza y el lujo,como hemos visto antes, fueron condenados sin más. La actividad comercial fue considerada como una fuente de riesgo moral.
La riqueza y el lujo,como hemos visto antes, fueron condenados sin más. La actividad comercial fue considerada como una fuente de riesgo moral.
LA USURA
La actitud de los padres de la Iglesia con respecto a los padres de los préstamos a interés es negativa. Pero la argumentación, a diferencia de los escolásticos, que está basada en Aristóteles, la suya está más bien basada en la Biblia, tanto en diversos pasajes del Antiguo Testamento, domo del Nuevo. En particular en las palabras de Jesús: "... y presten sin esperar nada a cambio." (Lucas 6:35). Posteriormente los Papas y los Concilios reforzaron esa postura normativa. El Concilio de Nicea prohibió el cobro de intereses a los clérigos. Posteriormente el poder civil, el emperador Carlomagno, publicó la primera norma civil al respecto, prohibiendo la usura tanto a los clérigos como a los seglares. Posteriormente el segundo concilio de Letrán prohibió la usura tanto a los seglares como a los clérigos. Es evidente al lector que entonces la Iglesia tenía tanto un poder sobre los ciudadanos religiosos como sobre los no religiosos. He de advertir que en aquellos tiempos la palabra usura se aplicaba en el sentido de cobro de cualquier tipo de interés, sea pequeño o grande. El concepto de "intereses usurarios" como excesivos vendría después, cuando se permitió el cobro de intereses.
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