CAPÍTULO 16
LA DOCTRINA MERCANTILISTA
LÍNEAS GENERALES
El punto central de la doctrina mercantilista fue la consideración del oro y la plata como la única materialización de la riqueza. Al menos al principio, ni las tierras, ni los ganados, ni los productos de la tierra, ni los bienes artesanales, ni tan siquiera otros bienes minerales obtenidos también de la tierra como el hierro o el cobre fueron objeto de estudio de los mercantilistas. Hacia el final de la era mercantil los distintos autores empezaron a ampliar la exigua lista de bienes que integran la riqueza. Tampoco entraron dentro de la consideración de los autores mercantilistas ni la producción (excepto la del oro y la plata) ni la distribución de lo producido entre los distintos estamentos sociales.
El mercantilismo nació hacia fines del XV al calor de tres acontecimientos históricos fundamentales que se habían desarrollado en los siglos anteriores:
Paralelamente a ese desarrollo del comercio, empieza el ascenso de la clase de los comerciantes, quienes van adquiriendo más influencia sobre los soberanos. Este proceso va íntimamente unido al incremento de las deudas de los Estados contraídas con una clase especial de comerciantes, los comerciantes del dinero, llamada banqueros. Los países desarrollan un afán de guerras, mutando las alianzas de un año para otro como si de una edición antigua de 1984 de George Orwell se tratara. Desaparecidos los portugueses del mapa de las grandes potencias europeas, (los pobres portugueses se dedicaban únicamente a comerciar mientras las demás potencias enviaban a sus mejores hombres a morir como soldados) y con una Alemania dividida en numerosos principados y ducados independientes, los tres grandes países militares de la época (España, Francia e Inglaterra) se disputan el dominio de los mares y los océanos (de la mar océana como se decía entonces). El centro del mundo occidental pasa del Mediterráneo al Atlántico.
Durante la mayor parte del siglo XVI la mayor parte de las mercancías transportadas del nuevo continente al viejo fueron metales preciosos, en una proporción que oscilaba entre el 80 y el 97%. Esta inmensa afluencia de metales, excepto un pequeño porcentaje para uso privado, era obligatoriamente acuñado y enviado al centro de Europa para pagar las numerosas guerras de Felipe II y las mercancías que España importaba. Los pertrechos y alimentos de los soldados españoles en Europa eran suministrados por los naturales del país, por lo que ni siquiera creaban demanda en España, ya que el país solo hacía de puente para la plata y el oro americanos. Durante aquellos años la guerra era la principal ocupación de los gobernantes españoles, y los gastos militares ocupaban la mayor parte de los gastos de España (alrededor de las dos terceras partes). Se podría decir que los reyes de la época solo estaban interesados en la expansión territorial y las guerras, que para financiar esta política bélica necesitaban mucho oro y plata y que, el mercantilismo era la (permítaseme la expresión) ideología económica que justificaba dicha política.
El resultado de este aumento de la acuñación de metales preciosos fue el incremento de los precios. En el siglo XVI, la Escuela de Salamanca y principalmente, Martín de Azpilicueta (1493 - 1586), Luis de Alcalá y Luis de Molina (1535 - 1600) descubrieron esta relación. Interesado por el efecto de los metales preciosos que llegaban de América, Martín de Azpilcueta constató el hecho de que en los países en los que éstos eran escasos los precios de los bienes son inferiores a los países con abundancia de estos metales. El metal precioso, como una mercancía más, tiene menos valor adquisitivo cuanto más abundante sea. Desarrolló así una teoría del valor-escasez precursora de la teoría cuantitativa del dinero,adelantándose en más de una década a Jean Bodin. Pero esa es otra historia que relataremos posteriormente cuando lleguemos a la Escuela de Salamanca. Lo único que importa aquí es mencionar que se produjo esa relación positiva entre emisión monetaria y nivel de precios. Y señalar, para advertencia del lector apresurado, que nada tiene que ver con Nicolás de Oresme, la ley de Gresham y el envilecimiento de la moneda. Aquí el aumento de los precios no está causado por el envilecimiento de la moneda. sino por la abundancia de dinero. Es lo que se llamó la Revolución de los Precios, un fenómeno que no se había registrado hasta entonces, pues la producción de oro y plata siempre estuvo limitada en el Mediterráneo, en Europa y Asia. En el siglo XVI los precios se quintuplicaron, y en Inglaterra un 250% desde mediados del siglo XV a fines del XVI. Esta inflación se consideraba baja comparada con la de la segunda mitad del siglo XX, donde los precios en algunos países escalaron 200 a 1 en 50 años comparado comparado con el 5 a 1 del siglo XVI en Andalucía. Se menciona que el aumento promedio de los precios fue del 1,2% anual. Así pues, hoy se consideraría un período de estabilidad de precios. Por ello, esta inflación baja, pero inflación al fin y al cabo, animó la economía de los países que la experimentaron. Sin embargo, en España, donde la inflación fue mayor que en el resto de Europa, provocó una perdida de competitividad por la diferencia de precios. Se estima que esa pérdida de competitividad habría arruinado la producción lanera de Castilla, frente a otros productores de fuera de la península ibérica que podía producir a menor precio.
El mercantilismo supuso olvidarse de una ver por todas de los prejuicios sobre el comercio y los préstamos a interés que, desde Aristóteles hasta Santo Tomás de Aquino pasando por la patrística se había mantenido durante 19 siglos. Los comerciantes eran más acomodaticios en temas de conciencia, y la irrupción del luteranismo, del calvinismo y el puritanismo acabaron de rematarlos.
Durante aquellos siglos no se pagaban salarios propiamente dichos. Por ejemplo, si se importaba seda de oriente, para hacer los vestidos se entregaba la materia prima a una familia o varias de agricultores y se acordaba un precio por el conjunto del trabajo a realizar. Esta modalidad se llamaba trabajo a domicilio y perduró durante varios siglos. Incluso convivió durante varias décadas con el capitalismo. En realidad no desapareció nunca. Durante décadas la industria juguetera y del calzado de Alicante (España) mandaba las piezas a domicilios para ser montadas o elaboradas. Precisamente eran mandadas las elaboraciones que precisaban de más mano de obra. Y todo en la economía en negro, sin factura ni IVA. Volviendo a la historia, el trabajo a domicilio era realizado no bajo la disciplina industrial de un capataz o, en su caso, el dueño de la fábrica, sino al libre albedrío de la familia. Como muchas veces estos trabajos eran realizados por familias campesinas en las épocas del año de menor actividad agrícola, como por ejemplo el invierno, y los ingresos eran considerados como accesorios. a la actividad principal, la producción era interrumpida varias veces al año. Por ese motivo no había nacido aún el trabajo asalariado (no nacería hasta la Revolución Industrial) y el tema de la determinación del sueldo (distribución de los ingresos nacionales entre las distintas clases sociales) no era tratado por los mercantilistas. No llegaría hasta más tarde, en el siglo XVIII.
El mercantilismo se basó en una creencia bastante estúpida por cierto, la identificación de la riqueza con el oro y la plata. Los metales preciosos constituía la riqueza y la riqueza eran los metales preciosos. Más que una igualdad, para los mercantilistas era una identidad. Después esta afirmación se matizaría con los últimos autores mercantilistas. Sobre ese única y pobre (además de falsa) identidad se fundamentó todo un plan de acción de los teóricos mercantilistas que se limitaban a justificar la acción del Estado. Esta acción estaba dirigida a:
El mercantilismo no tenía una cabeza visible como Aristóteles y Santo Tomás de Aquino lo fueron en sus respectivos tiempos., o como lo serían Adam Smith, David Ricardo, Marx o Keynes posteriormente. La dispersión de autores y la producción bibliográfica fue enorme en comparación con los siglos anteriores. El invento de la imprenta de Johannes Gutenberg llevó a que los mercantilistas publicaran muchos libros, la inmensa mayoría de pocas páginas más con la idea de la difusión de las ideas de los autores más destacados que de una verdadera investigación.
"El mercantilismo era cualquier cosa menos un 'sistema'; fue fundamentalmente el producto mental de los estadistas, los funcionarios públicos y los líderes financieros y comerciales de la época" [Alexander Gray, The development of economic doctrine, Londres, Longmans Green, 1948, pág. 74, citado en John Kenneth Galbraith, Economics in Perspective. A Critical History, cuyo título fue estúpidamente traducido al español como Historia de la economía, pág. 43]. Así pues, la ideología mercantilista estuvo muy pegada al poder real.
El "sistema mercantilista", tal como lo llamó Adam Smith, no fue uniforme, no fue una escuela de pensamiento económico propiamente dicha, carecía de unidad, y además fue evolucionando y de alguna manera "desnaturalizandose" al aceptar la ruptura parcial o total de algunos de sus principios. El mercantilismo "primitivo" (arcaico como dice Wikipedia) o bullonismo (también conocido como "metalismo") fue el que prácticamente identificaba riqueza con metales preciosos. En un principio nació en España, donde se intentaba reglamentar y dificultar las exportaciones de metales preciosos americanos para evitar su salida del país. Con ello se produjo la llamada Revolución de los Precios. El bullionismo español se denominó arbritismo. Este bullionismo (del inglés bullion, que significa lingote) tiene, en realidad, una razón de ser. El primer estado bullionista sería España, quién necesitaba ingentes cantidades de oro y plata para pagar los ejércitos, tanto su mantenimiento y la compra de pertrechos como a sus soldados, que eran todos mercenarios. España no solo mantenía la conquista de gran parte del continente americano, sino que además dominaba sobre gran parte de Europa occidental. Véase el mapa Europe 1648. Felipe II reinaba sobre la mitad sur de la bota italiana, los países bajos y burgundia.
Pero poco a poco se fueron viendo las dificultades de una ideología tan estrecha y limitada.Las naciones que no tenían minas de oro o plata conseguían los metales preciosos mediante el comercio internacional.
El mercantilismo nació hacia fines del XV al calor de tres acontecimientos históricos fundamentales que se habían desarrollado en los siglos anteriores:
- el crecimiento del comercio desde fines del siglo XI en el norte de Italia y la provisión de especias del sudeste asiático a través del mundo árabe y persa.Posteriormente se empezaron a celebrar esos grandes acontecimientos comerciales que eran las ferias. La creación de la letra de cambio, del aval, del fideicomiso, de los primeros bancos comerciales, etc., coadyuvaron en ese proceso.
- la circunnavegación de África por los portugueses para evitar la ruta arabopérsica. En 1498 Vasco da Gama llegó a la India tras rodear África.
- El mal llamado "descubrimiento" de América por Cristobal Colón, que a los pocos decenios del mismo, empezaba a inundar Europa con metales preciosos.
- Los avances en la construcción de naves (galeras, galeones, carabelas) permitió alejarse cada vez más de Europa. Hasta entonces los navíos, que eran de pequeño tamaño, solo permitían navegar cerca de la costa, es decir, cruzar el Mediterráneo y navegar por las aguas del Océano Atlántico que bañan las costas europeas, y por los mares interiores del Norte y Báltico.
Paralelamente a ese desarrollo del comercio, empieza el ascenso de la clase de los comerciantes, quienes van adquiriendo más influencia sobre los soberanos. Este proceso va íntimamente unido al incremento de las deudas de los Estados contraídas con una clase especial de comerciantes, los comerciantes del dinero, llamada banqueros. Los países desarrollan un afán de guerras, mutando las alianzas de un año para otro como si de una edición antigua de 1984 de George Orwell se tratara. Desaparecidos los portugueses del mapa de las grandes potencias europeas, (los pobres portugueses se dedicaban únicamente a comerciar mientras las demás potencias enviaban a sus mejores hombres a morir como soldados) y con una Alemania dividida en numerosos principados y ducados independientes, los tres grandes países militares de la época (España, Francia e Inglaterra) se disputan el dominio de los mares y los océanos (de la mar océana como se decía entonces). El centro del mundo occidental pasa del Mediterráneo al Atlántico.
Durante la mayor parte del siglo XVI la mayor parte de las mercancías transportadas del nuevo continente al viejo fueron metales preciosos, en una proporción que oscilaba entre el 80 y el 97%. Esta inmensa afluencia de metales, excepto un pequeño porcentaje para uso privado, era obligatoriamente acuñado y enviado al centro de Europa para pagar las numerosas guerras de Felipe II y las mercancías que España importaba. Los pertrechos y alimentos de los soldados españoles en Europa eran suministrados por los naturales del país, por lo que ni siquiera creaban demanda en España, ya que el país solo hacía de puente para la plata y el oro americanos. Durante aquellos años la guerra era la principal ocupación de los gobernantes españoles, y los gastos militares ocupaban la mayor parte de los gastos de España (alrededor de las dos terceras partes). Se podría decir que los reyes de la época solo estaban interesados en la expansión territorial y las guerras, que para financiar esta política bélica necesitaban mucho oro y plata y que, el mercantilismo era la (permítaseme la expresión) ideología económica que justificaba dicha política.
El resultado de este aumento de la acuñación de metales preciosos fue el incremento de los precios. En el siglo XVI, la Escuela de Salamanca y principalmente, Martín de Azpilicueta (1493 - 1586), Luis de Alcalá y Luis de Molina (1535 - 1600) descubrieron esta relación. Interesado por el efecto de los metales preciosos que llegaban de América, Martín de Azpilcueta constató el hecho de que en los países en los que éstos eran escasos los precios de los bienes son inferiores a los países con abundancia de estos metales. El metal precioso, como una mercancía más, tiene menos valor adquisitivo cuanto más abundante sea. Desarrolló así una teoría del valor-escasez precursora de la teoría cuantitativa del dinero,adelantándose en más de una década a Jean Bodin. Pero esa es otra historia que relataremos posteriormente cuando lleguemos a la Escuela de Salamanca. Lo único que importa aquí es mencionar que se produjo esa relación positiva entre emisión monetaria y nivel de precios. Y señalar, para advertencia del lector apresurado, que nada tiene que ver con Nicolás de Oresme, la ley de Gresham y el envilecimiento de la moneda. Aquí el aumento de los precios no está causado por el envilecimiento de la moneda. sino por la abundancia de dinero. Es lo que se llamó la Revolución de los Precios, un fenómeno que no se había registrado hasta entonces, pues la producción de oro y plata siempre estuvo limitada en el Mediterráneo, en Europa y Asia. En el siglo XVI los precios se quintuplicaron, y en Inglaterra un 250% desde mediados del siglo XV a fines del XVI. Esta inflación se consideraba baja comparada con la de la segunda mitad del siglo XX, donde los precios en algunos países escalaron 200 a 1 en 50 años comparado comparado con el 5 a 1 del siglo XVI en Andalucía. Se menciona que el aumento promedio de los precios fue del 1,2% anual. Así pues, hoy se consideraría un período de estabilidad de precios. Por ello, esta inflación baja, pero inflación al fin y al cabo, animó la economía de los países que la experimentaron. Sin embargo, en España, donde la inflación fue mayor que en el resto de Europa, provocó una perdida de competitividad por la diferencia de precios. Se estima que esa pérdida de competitividad habría arruinado la producción lanera de Castilla, frente a otros productores de fuera de la península ibérica que podía producir a menor precio.
El mercantilismo supuso olvidarse de una ver por todas de los prejuicios sobre el comercio y los préstamos a interés que, desde Aristóteles hasta Santo Tomás de Aquino pasando por la patrística se había mantenido durante 19 siglos. Los comerciantes eran más acomodaticios en temas de conciencia, y la irrupción del luteranismo, del calvinismo y el puritanismo acabaron de rematarlos.
Durante aquellos siglos no se pagaban salarios propiamente dichos. Por ejemplo, si se importaba seda de oriente, para hacer los vestidos se entregaba la materia prima a una familia o varias de agricultores y se acordaba un precio por el conjunto del trabajo a realizar. Esta modalidad se llamaba trabajo a domicilio y perduró durante varios siglos. Incluso convivió durante varias décadas con el capitalismo. En realidad no desapareció nunca. Durante décadas la industria juguetera y del calzado de Alicante (España) mandaba las piezas a domicilios para ser montadas o elaboradas. Precisamente eran mandadas las elaboraciones que precisaban de más mano de obra. Y todo en la economía en negro, sin factura ni IVA. Volviendo a la historia, el trabajo a domicilio era realizado no bajo la disciplina industrial de un capataz o, en su caso, el dueño de la fábrica, sino al libre albedrío de la familia. Como muchas veces estos trabajos eran realizados por familias campesinas en las épocas del año de menor actividad agrícola, como por ejemplo el invierno, y los ingresos eran considerados como accesorios. a la actividad principal, la producción era interrumpida varias veces al año. Por ese motivo no había nacido aún el trabajo asalariado (no nacería hasta la Revolución Industrial) y el tema de la determinación del sueldo (distribución de los ingresos nacionales entre las distintas clases sociales) no era tratado por los mercantilistas. No llegaría hasta más tarde, en el siglo XVIII.
El mercantilismo se basó en una creencia bastante estúpida por cierto, la identificación de la riqueza con el oro y la plata. Los metales preciosos constituía la riqueza y la riqueza eran los metales preciosos. Más que una igualdad, para los mercantilistas era una identidad. Después esta afirmación se matizaría con los últimos autores mercantilistas. Sobre ese única y pobre (además de falsa) identidad se fundamentó todo un plan de acción de los teóricos mercantilistas que se limitaban a justificar la acción del Estado. Esta acción estaba dirigida a:
- Conseguir oro y plata por el medio más obvio: buscarlo bajo tierra y extraerlo a la superficie.
- Si no era posible aplicar el método anterior (en realidad solo España podía hacerlo), las naciones que carecían de minas de oro y plata tenían que favorecer las exportaciones y dificultar las importaciones, o sea, obtener superávit comercial. Esto obligaba a adoptar un proteccionismo económico basado en aranceles a las importaciones y promoción de las exportaciones.
- Frente al liberalismo económico posterior de fines del XVIII y el XIX que consideraba la riqueza como un bien precioso para el individuo (para el que la conseguía, claro está), el mercantilismo consideraba la riqueza como un instrumento del estado para conseguir otros fines, especialmente la expansión territorial mediante guerras y conquistas.
- A los autores mercantilistas ni se les pasaba por la cabeza considerar la libre competencia. Claramente su opción era el monopolio concedido por decisión estatal.
El mercantilismo no tenía una cabeza visible como Aristóteles y Santo Tomás de Aquino lo fueron en sus respectivos tiempos., o como lo serían Adam Smith, David Ricardo, Marx o Keynes posteriormente. La dispersión de autores y la producción bibliográfica fue enorme en comparación con los siglos anteriores. El invento de la imprenta de Johannes Gutenberg llevó a que los mercantilistas publicaran muchos libros, la inmensa mayoría de pocas páginas más con la idea de la difusión de las ideas de los autores más destacados que de una verdadera investigación.
"El mercantilismo era cualquier cosa menos un 'sistema'; fue fundamentalmente el producto mental de los estadistas, los funcionarios públicos y los líderes financieros y comerciales de la época" [Alexander Gray, The development of economic doctrine, Londres, Longmans Green, 1948, pág. 74, citado en John Kenneth Galbraith, Economics in Perspective. A Critical History, cuyo título fue estúpidamente traducido al español como Historia de la economía, pág. 43]. Así pues, la ideología mercantilista estuvo muy pegada al poder real.
El "sistema mercantilista", tal como lo llamó Adam Smith, no fue uniforme, no fue una escuela de pensamiento económico propiamente dicha, carecía de unidad, y además fue evolucionando y de alguna manera "desnaturalizandose" al aceptar la ruptura parcial o total de algunos de sus principios. El mercantilismo "primitivo" (arcaico como dice Wikipedia) o bullonismo (también conocido como "metalismo") fue el que prácticamente identificaba riqueza con metales preciosos. En un principio nació en España, donde se intentaba reglamentar y dificultar las exportaciones de metales preciosos americanos para evitar su salida del país. Con ello se produjo la llamada Revolución de los Precios. El bullionismo español se denominó arbritismo. Este bullionismo (del inglés bullion, que significa lingote) tiene, en realidad, una razón de ser. El primer estado bullionista sería España, quién necesitaba ingentes cantidades de oro y plata para pagar los ejércitos, tanto su mantenimiento y la compra de pertrechos como a sus soldados, que eran todos mercenarios. España no solo mantenía la conquista de gran parte del continente americano, sino que además dominaba sobre gran parte de Europa occidental. Véase el mapa Europe 1648. Felipe II reinaba sobre la mitad sur de la bota italiana, los países bajos y burgundia.
Pero poco a poco se fueron viendo las dificultades de una ideología tan estrecha y limitada.Las naciones que no tenían minas de oro o plata conseguían los metales preciosos mediante el comercio internacional.
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