HET IX (trasladada de Evolución)

Jean-Baptiste Say

Traducción de 6.2 Jean-Baptiste Say.

Jean-Baptiste Say (1767-1832) fue un francés, nacido en Lyon, que ayudó a popularizar el trabajo de Adam Smith en Francia. Su libro A Treatise on Political Economy (1803) [se puede leer en inglés aquí y aquí] contiene un breve pasaje, que más tarde se convirtió en la ortodoxia en la política económica hasta la Gran Depresión, y conocida como la ley de Say de los mercados. Say argumentó que nunca podía haber una deficiencia general o un exceso general de los productos básicos en la economía en su conjunto. La gente produce cosas, dijo Say, para cumplir sus propios deseos, en lugar de los desos de los demás. Por lo tanto, la producción, no es cuestión de la oferta, sino una indicación de que los productores demandan bienes. Say se mostró de acuerdo con que una parte del ingreso es ahorrada por los hogares, ahorros que son, a largo plazo, invertidos. Inversión y consumo son los dos elementos de la demanda, por lo que la producción es demanda, por lo que es imposible para la producción escapar de la demanda, o para que haya un exceso general de la oferta. Say dijo que el dinero es neutral, ya que tiene como único papel facilitar los intercambios: por lo tanto, la gente demanda dinero solo para comprar bienes. Say dijo que "el dinero es un velo". Para resumir estas dos ideas, Say dijo que "los productos son intercambiados por productos". A lo sumo, habrá algunos sectores cuya demanda no se verá satisfecha. Pero con el paso del tiempo, las empresas de ese sector rediseñarán sus estrategias para sectores diferentes y el mercado se corregirá. Un ejemplo de "exceso general" puede ser el desempleo, en otras palabras, una gran oferta de trabajadores y pocos trabajos. La ley de Say sugiere que esto generalmente significa que hay un exceso de demanda para otros productos que se corregirá a si mismo. Esta era la base de la teoría económica hasta los años 1930. La ley de Say fue difundida primero por James Mill (1773-1836), y fue después defendida por David Ricardo, Henry Thornton y John Stuart Mill. Sin embargo, dos economistas como Thomas Malthus y Sismondi no estaban convencidos.

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